Por Diego Dillenberger.-
Se cumplió un mes del 8M y del mayor escándalo que azotara al sector de la consultoría en PR en Argentina: la crisis de Personally a raíz de denuncias en las redes sociales sobre presunto maltrato y acoso sexual de su ahora apartado CEO de la agencia de PR, Marcelo Altuna. La crisis fue crisis cuando saltó de las redes a los medios tradicionales, montada sobre un issue que recorre el mundo y liquida carreras de políticos, artistas, periodistas y empresarios: la resignificación en acoso sexual de actitudes que otrora eran “chistes verdes”, “insinuaciones”, “comentarios subidos de tono”, “avances impropios”, o -en ciertos casos- acoso sexual real silenciado.
En Personally aceptaron que Altuna tenía mal carácter, pero siempre rechazaron todas las denuncias de acoso sexual.
De hecho, cumplido el mes de la crisis, ninguno de los que denunciaron en Facebook por abuso sexual y maltrato a Altuna y, en general, a la consultora, había presentado aún ninguna demanda judicial.
En medio de una tormenta de fuga de cuentas y amenazas de boicot, Alicia von der Wettern, fundadora de la agencia, prometió “cambiar a Personally” y ahora prefiere mantener silencio hasta tener una historia de resurrección y redención para contar.
Pero mientras von der Wettern busca cambiar a Personally, una nueva encuesta a profesionales del sector de la comunicación institucional de la Argentina realizada por la revista Imagen demuestra que casi nada cambió la industria, donde un 20 por ciento decía que conocía casos concretos de acoso, y más de un tercio no contaba con protocolos o mecanismos de prevención de abusos y maltrato.
Ante la pregunta de “qué cambios se produjeron desde la crisis de Personally en su organización” -en referencia a prevenir casos de maltrato y acoso sexual-, menos del 8 por ciento de los 65 profesionales que participaron en el sondeo declararon que en sus organizaciones se produjeron cambios en las reglas o en actitudes de trabajo. La pregunta fue respondida por un 52 por ciento de profesionales que forman parte agencias o consultoras de comunicación, 37 por ciento por directivos y ejecutivos de PR de corporaciones y 8 por ciento de ONGs, asociaciones empresarias, sociedades sin fines de lucro y entidades educativas.
Casi la mitad, el 49,2 por ciento, dijo que desde entonces no se produjo ningún cambio, mientras que el 41 por ciento declaró que su institución ya contaba con algún tipo de protocolo o mecanismo para prevenir o resolver problemas de abusos y malos tratos.
La encuesta anterior, realizada hace tres semanas, inmediatamente después de desatado el escándalo, indicaba que más del 20 por ciento conocía casos concretos de maltrato o abuso sexual en su organización, lo que indicaba que había otros Personallys en potencia, y no solo en consultoras: un tercio de los que respondieron que no se produjeron cambios en ese aspecto en sus organizaciones vienen de corporaciones.
Pues este sondeo muestra que siguen habiendo “Personallys” en potencia.
Un punto de partida para resolverlo podría ofrecerlo el Consejo Profesional de Relaciones Públicas, que con reflejos veloces ofreció un programa de asistencia y una casilla de e-mail para denuncias: [email protected].
Pero el problema no es solo argentino: en el mucho más desarrollado mercado de las PR de Londres, el segundo más importante del mundo, después del de Nueva York, el acoso sexual parece tanto o peor que el de los latinos argentinos.
Una encuesta publicada por la revista PR Week, realizada por la PRCA (el órgano profesional inglés) y la organización Women in PR indica que un sexto de los encuestados, hombres y mujeres, fueron acosados en el trabajo, mientras que un cuarto dijo que experimentó algún tipo de actitud abusiva.
La encuesta inglesa fue respondida por tres cuartas partes de mujeres, lo que refleja, como en Argentina, que las PR es hoy una profesión crecientemente femenina. La proporción de agencias y empresas fue similar a la toma argentina: dos tercios de consultoras contra un tercio de corporaciones.
Lo interesante de la encuesta de la PRCA es que pregunta algo fundamental: pide a los encuestados que definan qué es acoso sexual para ellos. Es algo que en el caso de Personally quedó muy destacado: preguntarle, por ejemplo, en tres oportunidades a una empleada si tiene novio, en el contexto previo al #Metoo podía ser interpretado de muchas maneras: curiosidad indebida, intento de insinuación, impertinencia, donjuanismo, o hasta falta de memoria.
Obviamente que en algunos casos esa pregunta también puede terminar en casamiento por iglesia o sinagoga y en la formación de una familia feliz. Pero por las reacciones contra el CEO de Personally en Facebook quedó claro que esos actos hoy se resignificaron como “acoso sexual” con todas las letras.
Tres cuartas partes de los encuestados ingleses se sintieron víctimas de chistes subidos de tono: un “chiste verde”, que en el contexto anterior al #MeToo podía haber sido visto como una guarangada, hoy es resignificado como acoso sexual.
En la encuesta inglesa, más de la mitad dijo haberse sentido molesto/a por comentarios sobre su aspecto o partes del cuerpo. Casi la mitad dijo haberse sentido acosado/a por miradas “sexualmente sugestivas” o por silbidos. Más del 40 por ciento dijo haber sido víctima de gestos “sexuales”, y el 37 por ciento por haber recibido preguntas sexuales sobre su experiencia o sus preferencias. El 20 por ciento dijo haber sido tocado de manera indebida.
Y lo más grave: el 15 por ciento dijo haber sido víctima de acoso sexual físico, incluido intentos de violación.
En la entrevista a von der Wettern, la decana del sector de las PR dijo que ella también fue maltratada por clientes, y que en ocasiones ejecutivos de las empresas a las que sirven maltrataron a las ejecutivas de la consultora. “Yo también fui maltratada”, dijo von der Wettern. Muchos en el sector lo tomaron como un intento de victimización. Pero la encuesta en el sector de las PR en Inglaterra revela que el 12 por ciento de las quejas de acoso sexual en consultoras provinieron de los propios clientes: más que de los jefes de las propias ejecutivas en las consultoras.
Volviendo al sondeo argentino, los encuestados sugirieron propuestas interesantes. Algunos ejemplos destacables:
* “Que las víctimas levanten la voz, siempre. Que el CPRP haga valer un código de ética”
* “Códigos de ética y conducta certificados anualmente entre todos los empleados, con su debido seguimiento y control de cumplimiento”
* “Que haya protocolos y que el Consejo controle que se cumplan”
* “Sistemas de denuncia anónima que protejan a la víctima de acoso”
* “Código de Ética y buenas prácticas laborales, diálogo con empleados y colaboradores”
* “Mayor comunicación y la generación de un task force en el marco de la entidad que agrupa a empresas/consultoras como es el caso del Consejo o el círculo DIRCOM, que deberían trabajar en conjunto estos temas”
* “Desde el Consejo de RRPP deberíamos proponer un estándar de ética en las empresas para prescindir de los servicios de agencias donde ocurran estos casos”
* “Las organizaciones deben no solo implementar protocolos o códigos de conducta. También deben capacitar y concientizar sobre su uso a todo su personal, especialmente a directivos y mandos medios”.
* “Una buena estrategia de riesgos desde el minuto 1. La anticipación es clave para gestionar correcta y responsablemente este tipo de incidentes”
* “Fuerte bajada en la comunicación de que hay tolerancia cero para el acoso o maltrato de cualquier tipo. Comunicar que la cultura de la empresa es de tolerancia y respeto en el trabajo”
* “Castigo público a los culpables”
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