La.prueba.del.desgaste.de.la credibilidad.del.gobierno.en.3.años

Por Diego Dillenberger.-

Cuando a partir de 2005 el problema de la inflación se volvió a instalar en la Argentina luego de un par de años de calma, el presidente Néstor Kirchner acudió a su estrategia de comunicación favorita para resolver el problema: culpó a los empresarios por codiciosos. Particularmente alzó el dedo para denunciar a las cadenas de supermercados por su presunto afán de ganancias desmedidas. Dicho sea de paso: gracias a los supermercados y su constante “apriete” a los proveedores y a que son un puñado de empresas fáciles de controlar por el gobierno es que los precios no se dispararon tanto como en décadas anteriores.

Pero como los empresarios, en general, apelaron a su habitual silencio y la credibilidad de Kirchner en ese momento era alta, el éxito de esa estrategia se vio inmediatamente reflejado en las encuestas.

Días atrás, la presidenta Cristina Kirchner decidió aplicar el mismo manual de su marido. Culpó a empresas y “formadores de precio” por el alza del costo de vida. Dicho sea de paso: está culpando a las empresas por una inflación que su propio gobierno se empeña en desmentir publicando los ya famosos índices “oficiales” que dicen que la inflación no existe.

¿No estaremos frente a un abuso de credibilidad que termina desgastando la confiabilidad del gobierno ante la opinión pública?

A pedido de la revista Imagen, el encuestador Carlos Fara preguntó a fines de 2005 en Capital y Gran Buenos Aires por los motivos de la inflación. El resultado era desopilante: Sólo el 2 (dos) por ciento optaba por la opción “mal manejo de la economía”. Otro punto (1) elegía “los políticos se roban todo” y 7% culpaba a “se están aumentando los salarios”. El 39% compraba el discurso de Kirchner de que “los supermercados quieren sacar más ganancias” y el 31% que “faltan inversiones”. Incluso el 3% sostenía que “los grandes capitales no tienen límites”.

Cualquiera sabe que la inflación, entendida como el alza generalizada de los precios en una economía, es consecuencia de la política económica del gobierno. Por más que determinados problemas o cuellos de botella (como sucede ahora en todo el mundo por el alza del petróleo y los alimentos) puedan generar cierta alza de precios en todo el mundo, es el gobierno, con su política monetaria, cambiaria, fiscal, de comercio exterior y su estrategia económica global la que determina el nivel de inflación. Pensar otra cosa sería suponer que en los 90, cuando la Argentina no tenía inflación o incluso cierta deflación, los empresarios estaban encantados con perder plata o les había agarrado un ataque de generosidad, y solo ahora, con Kirchner, descubrieron la codicia desenfrenada.

Ahora una nueva encuesta, realizada para la revista Imagen por la Universidad Abierta Interamericana, muestra claramente el desgaste de la credibilidad del kirchnerismo, por lo menos en materia de inflación. Semanas atrás, la presidenta volvió a acusar a los empresarios de culpables por la inflación. Nuevamente, la denuncia no tuvo respuesta alguna por parte de ninguna entidad empresaria, como es habitual. Sin embargo, la opinión pública esta vez no compró la versión oficial.

Las respuestas más frecuentes, cuando se pregunta por los “culpables de la inflación” hoy son “la corrupción” (31,1%) y el “mal manejo de la economía” (28,3%). Solo el 3% cree que se deba a los supermercados y otro 3% acusa a los famosos “grandes capitales”. Otro 6,3% cree que faltan inversiones. Apenas el 14,3% ve en el paro agrario una causa para la inflación, pese a todas las denuncias y operaciones de prensa en ese sentido desde el gobierno.

Ambas encuestas pueden verse analizadas en la última edición de La Hora de Maquiavelo.

Este dato es una muy buena noticia para las empresas que, sin haber tenido protagonismo mediático alguno ni intervención en el debate, ven cómo la credibilidad del gobierno se desgastó. La estrategia de lanzar al polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a presionar a los empresarios y a intervenir el instituto estadístico INDEC para falsificar los índices oficiales terminó favoreciendo a los empresarios.

Dos conclusiones: para los empresarios llegó el momento de buscar una estrategia común para sumarse al nuevo debate argentino sobre el modelo económico (instalado muy a pesar del gobierno por la protesta rural) con su visión de qué es bueno para el desarrollo de la Argentina. La credibilidad que ganaron (o el descrédito del gobierno) en el capítulo inflación es un punto de partida. Ante el descrédito del gobierno en materia económica y ante la angustia que genera la inflación, la opinión pública está atenta a escuchar nuevas voces, algo que no sucedía desde hace años.

Para el gobierno, es la prueba más contundente de que la manipulación de las estadísticas, además de no servir para resolver el problema de la inflación, ha mellado severamente su credibilidad.

La presidenta Cristina Kirchner tiene casi cuatro años por delante de gestión. Eso es tiempo suficiente para emprender un cambio radical en la política económica, si no quiere que el 2011 sorprenda al gobierno en peor situación económica que la actual. Pero el mayor desafío ahora no está solamente en la corrección económica: un nuevo plan tiene que marchar en paralelo con una estrategia de recuperación de la credibilidad. Esto incluye la comunicación y la relación con los medios. No para poder volver a macanear y echarles la culpa a los supermercados o falsificar las estadísticas. Eso ya no funciona: es para recuperar la credibilidad ante la opinión pública a la hora de tener que encarar los (dolorosos) ajustes que serán imprescindibles para reencauzar la economía.

Para ver el programa y bajar las encuestas: www.lahorademaquiavelo.com.ar.