Por Diego Dillenberger
CEO activism no es nada nuevo, pero es una tendencia que se intensificó en la era Trump por todo lo malo que significó el anterior presidente estadounidense. El término describe la actividad pública de los líderes empresarios cuando se comprometen y abocan por causas no vinculadas directamente al negocio de su empresa.
Ahora un inédito ranking de CEO activism realizado por Joaquín Rizzo, un flamante egresado de Periodismo de la Universidad de Palermo, que sostiene que el CEO activism existe, después de todo, en Argentina, ubica a Antonio Aracre, director general de la agroquímica suiza Syngenta para el Cono Sur, como indiscutido líder de ese listado.
Aunque se pueda cuestionar el ranking por algunas dudas en las definiciones de quién puede o no debe ser calificado como CEO empresario y qué puede definirse como CEO activism en un país fuera de lógica como Argentina, su autor explica que se basó en el análisis de cientos de notas en 17 medios periodísticos on line, entrevistas en nueve canales de TV y miles de posteos en Twitter de un centenar de líderes empresarios.
Rizzo asignó un valor de CAS (CEO Activism Statements) a cada expresión que encajaba en la definición de comprometerse con issues no directamente vinculados al negocio de la empresa y llegó a la conclusión de que Aracre, el primer CEO en Argentina en reconocerse abiertamente gay y promover valores de inclusión, además de opinar políticamente -por ejemplo en la crisis que provocó el gobierno argentino con el intento de expropiación de la cerealera Vicentín.
Aracre acumula 60 puntos, la duda es que lo sigue el neurólogo Facundo Manes, con 58, de la Fundación INECO, que no es estrictamente una empresa privada, y su protagonismo está más vinculado a su actividad de divulgación científica o a la política como líder cercano al partido radical.
Pero el próximo CEO que sigue en la lista, el de Celulosa Argentina, José Urtubey, llega apenas a los 38 puntos de activismo. Cabe destacar que Urtubey es activo miembro de la UIA (Unión Industrial Argentina) y frecuentemente se expresa en los medios sobre temas económicos que afectan a los empresarios industriales. Lo sigue Sergio Kaufmann, el activo CEO de la consultora Accenture, con 26, y Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza y presidente de la UIA, que es un empresario que militó en el kirchnerismo y fue senador nacional por ese grupo político. En algunos tuits defendió la inclusión.
Lo sigue el emprendedor digital Alec Oxenford, fundador de OLX, el mediático CEO de la prepaga Swiss Medical, Claudio Belocopitt, que también habla mucho de temas de salud ya que representa a los prestadores privados, el ex CEO del banco HSBC, Gabriel Martino, y el también mediático CEO de FIAT, Cristiano Ratazzi.
Con esos diez se completa el “top ten” argentino, aunque ya Ratazzi y Martino apenas alcanzan los 13 puntos de visibilidad en su activismo social, según el ranking. Entre otros destacados que figuran en el ranking también hay más banqueros: Fabián Kon, del Galicia, y el entretanto fallecido Jorge Brito, del Macro. Otros nombres llamativos son Sebastián Bagó, Federico Braun, de La Anónima, Horst Paulmann, de Cencosud. Pero también está Alejandro Roemmers, que no es CEO del laboratorio que lleva el nombre de su familia, sino poeta y heredero de parte de las acciones de la empresa, que suele sobresalir en los titulares más por sus polémicas mediáticas y fiestas extravagantes.
Pero también figuran -con poco puntaje- líderes empresariales emblemáticos como el petrolero Alejandro Bulgheroni, Rosario Altgelt, de LATAM, que tuvo algo de protagonismo en la partida de la línea aérea de la Argentina, e Isela Costantini, ex CEO de Aerolíneas y ahora en el grupo BST. También están Adrián Suar y Marcelo Tinelli, que sin duda son empresarios del showbiz. Marcos Galperín, de Mercado Libre, Martín Cabrales, el financista Eduardo Costantini, el “farmacéutico” Hugo Sigman y Martín Migoya, del unicornio Globant, están -aunque más abajo- y serían infaltables en ese listado.
De todos modos caben un par de preguntas sobre el CEO activism en Argentina, ya que Rizzo no logró identificar a muchos empresarios que se expresaran sobre temas que realmente no están directamente vinculados al negocio de su empresa, como lo hacen algunos en Estados Unidos: Marc Benioff, de Salesforce, con los temas de inclusión, o Larry Fink, de Blackrock (el fondo tenedor de deuda argentina), sobre las inversiones verdes y el cambio climático. Sí, en cambio, hablan algunos -y no muchos- CEOs argentinos sobre temas económicos que afectan a su sector y -excepcionalmente- a la economía en su conjunto.
¿La Argentina fracasó en su intento de tener un sistema capitalista sano y que le otorgue -como en los países desarrollados- bienestar a toda su población por culpa de los políticos o por falta de CEO activism? ¿A falta de políticos que entiendan o estén en condiciones de instalar en el país un sistema capitalista exitoso, no es responsabilidad de los CEOs salir a convencer a la opinión pública de los beneficios de que las empresas -y no el estado- sean las protagonistas de la economía?
Desde ese punto de vista, el CEO activism en Argentina es muy escaso dada la desorientación y decadencia de la Argentina en materia económica que ya lleva décadas. En ese sentido, es más CERO activism que CEO activism.
Vale la pena echarle una mirada al informe de Rizzo, hecho meritoriamente a puro pulmón, haciendo clic aquí.
Pero qué es realmente el CEO activism: un informe de la consultora española LLYC analiza el rol actual de los CEOS de grandes empresas, figuras que anteriormente eran de muy bajo perfil y estaban vinculadas exclusivamente a su propia actividad comercial pero que ahora han comenzado a relacionarse con la sociedad y su entorno.
Dice el informe que los CEOs actuales están cobrando un mayor protagonismo en la agenda pública, comprometiéndose y pronunciándose con respecto a asuntos políticos y sociales. Son activistas, y los casos más mediáticos de este estilo de liderazgo provienen en su mayoría de Estados Unidos, donde el sector empresarial critica a las políticas del gobierno de Trump.
El fenómeno del liderazgo activista empresarial está impulsado, además, por una combinación de dos factores: un creciente malestar ante el capitalismo y la percepción de que es injusto, y la baja reputación de los gobiernos. De todos modos, los CEOs activistas no son solo estadounidenses. En España, por ejemplo, fue llamativa la cantidad de ejecutivos presentes en la Cumbre del Clima celebrada en Madrid el año pasado.
Otro punto importante que rescata el informe de LLYC es que la mayoría de los CEOs activistas se manifiestan en torno a las mismas cuestiones, que están enmarcadas dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU: la igualdad y la inclusividad, la lucha contra el cambio climático, los derechos humanos, la salud y el bienestar.
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