Mark Penn: cuando el consultor es noticia

En medio de un escandalete mediático de repercusiones internacionales Mark Penn, el CEO de la consltora Burson-Marsteller, terminó la semana pasada de un plumazo con dos de sus principales negocios: tuvo que dejar su función como asesor principal de estrategia de la precandidata presidencial Hillary Clinton y perdió el suculento contrato de ayudar a Colombia a comunicar para que obtenga un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.

Según The Wall Street Journal y la revista PR Week, el contrato con Colombia era de 300 mil anuales, mientras que Mark Penn le habría facturado en la campaña a Hillary cerca de 20 millones de dólares. Ahora seguirá como asesor de segundo nivel de Hillary, a raíz del conflicto de intereses entre la campaña contra el TLC con Colombia que llevan adelante tanto Clinton como su rival Barack Obama, por presión del sindicalismo, y el trabajo de su consultora para el gobierno de Colombia que apunta a convencer a la opinión pública y los líderes de Washington de que el TLC es bueno.

Pero ahora también el grupo WPP, dueño de Burson, se pregunta, según la revista PR Week, si fue buen negocio que la tradicional agencia de PR tuviera como CEO a alguien que tenía un rol tan relevante en una campaña política, como la de Hillary Clinton.

El conflicto hizo eclosión cuando los medios en Estados Unidos ventilaron que Mark Penn se había reunido en la embajada colombiana en Washington con la embajadora Carolina Barco Isakson para hablar sobre la tarea de lobbying para Colombia. Luego el gobierno colombiano ordenó terminar el contrato a raíz de declaraciones del propio Penn en el sentido de que él juzgaba como una imprudencia su reunión y se arrepentía de ello.
El presidente colombiano, Alvaro Uribe, dijo que las palabras de Penn eran “una falta de respeto al pueblo colombiano”. Al cierre de esta edición no se conocía a qué consultora de lobbying acudiría su gobierno, ya que el TLC, que promete impulsar un fuerte desarrollo en Colombia, es para Uribe clave para conservar su alto nivel de popularidad. Por otra parte sería un regalo inesperado para el venezolano Hugo Chávez que los demócratas lograran entorpecer los intentos de George Bush por obtener el TLC antes de las elecciones.

Para el conglomerado británico de agencias de publicidad y PR WPP el golpe fue fuerte. Howard Paster, vicepresidente ejecutivo de WPP y hombre a cargo de supervisar todo lo referente a PR y lobbying del grupo, explicó que la visita de Penn a la embajada colombiana terminó afectando a Colombia, por la mala prensa que recibió, y a la campaña de Clinton, y admitió que tanto él como el presidente y fundador de WPP, Sir Martin Sorrell, se sentían apenados por lo ocurrido “y esto incluye también a Mark”, dijo.

La ironía es que Paster, un experimentado lobbyista y ex presidente de la consultora Hill & Knowlton (también de WPP), ganó una enorme reputación como lobbyista a principios de los 90 trabajando para el presidente Bill Clinton en exactamente lo opuesto: convencer a los demócratas que el TLC con México era bueno, a pesar de la oposición de los sindicatos.

De todos modos, Paster defendió a Penn explicando que a Burson nunca le ha ido tan bien financieramente como desde que está bajo el mando del famoso encuestador de Hillary.

Según los medios de Estados Unidos, Penn les habría comunicado a los principales directivos de Burson que ahora tendría más tiempo que antes para concentrarse en la agencia y que los medios se olvidarían del tema en breve.

Lo cierto es que este no fue el único conflicto de intereses que debió enfrentar Penn durante la campaña. Cuando Hillary salió a buscar apoyo financiero en el sindicato de camioneros, dirigido por Jimmy Hoffa, el hijo del mítico y homónimo Hoffa le exigió que antes echara de la campaña a Penn, porque Burson-Marsteller defendía la imagen de empresas con las que los camioneros estaban enfrentados.

Por eso la revista PR Week sostiene que nunca fue buen negocio para WPP tener a un CEO de una consultora tan involucrado en una campaña. Sin embargo, Penn formaba parte del grupo al ser socio de la consultora de opinión pública Penn, Schoen & Berland, adquirida anteriormente por WPP. Desde esa agencia Penn ayudó a llegar al gobierno a otros líderes, como Tony Blair, en Gran Bretaña.