“El default comunicacional del ministro, así como el fracaso de la empresa virtualmente monopólica que produce el repelente pueden dañar el corazón del relato antiestado y pro libre mercado del `gobierno libertario de Javier Milei”
Escribe Diego Dillenberger
Solo “salvó la ropa” el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: tanto SC Johnson, el casi monopólico fabricante de repelentes (con sus marcas Off y Fují), como las autoridades sanitarias nacionales y de la provincia de Buenos Aires fueron reprobados lapidariamente en un sondeo de este servicio al sector de la comunicación y asuntos públicos por su rol comunicacional en la crisis del dengue y la desaparición de los repelentes del mercado.
La empresa de capitales privados estadounidenses obtuvo un rotundo “bochazo” por no poner a disposición de los periodistas a un vocero para responder preguntas en medio de la crisis. Una nota del diario Clarín da cuenta de cómo ante la ausencia de sus repelentes en el mercado por incapacidad e imprevisión para satisfacer el aumento de la demanda, la marca solo atinó a contestar con un frío comunicado en el que explica que fue superado por la demanda.
Casi el 80 por ciento de un panel de más de 70 profesionales del sector contestó que “se precisa un vocero que hable con los periodistas ante una crisis como la actual epidemia de dengue” que azota al país y buena parte de Sudamérica.
La epidemia es en la Argentina la mayor de la historia de esa enfermedad transmitida por un tipo de mosquito, y se la atribuye a la tropicalización de la región a causa del calentamiento global. Lleva casi 200 mil contagios en el país registrados en lo que va del año y casi 200 muertes.
“Tienen como política la no comunicación”, dijo sobre SC Johnson un directivo de comunicación de otra multinacional de consumo masivo conocedor del sector. El laboratorio SC Johnson también fabrica marcas de productos de higiene del hogar e insecticidas, como Raid, Mr. Musculo y Glade. En materia de repelentes SC Johnson quedó prácticamente como monopólica, desde que el año pasado Unilever decidió no seguir produciendo su marca Live Open a raíz de las dificultades para importar el principio activo.
Johnson es una empresa que a nivel global se ufana de tener una acción de RSE que apunta a eliminar los desechos plásticos que afectan los mares: ¿No debiera ser su principal responsabilidad social empresaria abastecer el mercado satisfactoriamente en lugares en los que un producto suyo es vital para salvar vidas?
Ante una nueva vacuna, que es altamente costosa y que el gobierno nacional decidió no aplicar gratuitamente, la única prevención “segura” y accesible es el repelente, además de la comunicación para explicar y motivar a la población a descacharrizar para evitar la cría del mosquito aedes aegypti. No contar con repelente genera mucha ansiedad en la población, ya que el mosquito puede picar en cualquier lado, tanto al aire libre como en lugares cerrados..
De todos modos, solo el 35 por ciento cree que afectará negativamente su reputación tanto el llamativo silencio de la empresa casi monopólica en la producción de repelentes, como su visible incapacidad para satisfacer el pico de demanda -cuando las oleadas veraniegas de dengue vienen creciendo sistemáticamente en toda la región en los últimos años.
Por otra parte, destacan que la compañía afirma haber triplicado su producción en la Argentina, aunque esto no alcanzó ante su mala estrategia de comunicación: “un vocero podría haber ayudado mejor que un comunicado a que ese dato clave se reflejara en la cobertura”, explicó un participante de la encuesta ante el “default” comunicacional de Johnson: incapacidad productiva y de comunicación.
Pero las autoridades nacionales de salud que asumieron el 10 de diciembre también fueron brutalmente bochadas por su falta de comunicación. El único vocero estatal que salió a hablar en los medios fue el ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, que ya demostró sus dotes de buen comunicador en la pandemia de COVID y continuó en su cargo con el cambio de gestión.
Quirós en 2020 se hizo acreedor del Eikon al mejor comunicador del año por su capacidad para explicar en una crisis de gran incertidumbre y angustia. Por algo el gobierno de la Ciudad recibió la menor desaprobación del sector, con “solo” el 35 por ciento de los expertos calificando la gestión comunicacional de la ciudad autónoma como “mala” y “muy mala”, contra el casi 60 por ciento del gobierno nacional.
Ante las críticas de los medios por su llamativa ausencia comunicacional, el ministro nacional de Salud, Mario Russo, salió a afirmar que los periodistas confunden “inacción con trabajo con bajo perfil”. ¿Puede un ministro nacional de Salud en una crisis sanitaria tan grave escudarse en el “perfil bajo”? ¿El ministro “la ve o no la ve”?
Russo también retrucó saliendo a criticar a los medios que cuestionan que no quiera incorporar como gratuita a la nueva vacuna contra el dengue desarrollada por el laboratorio japonés Takeda y contraatacó atribuyendo a los periodistas “hacer lobby” a favor de la empresa farmacéutica, argumentando que no habría evidencia “científica” aún sobre su efectividad. Esa interpretación la fueron desmintiendo casi todos los voceros médicos entrevistados en los últimos días por los medios; explicaron que la vacuna, aprobada por las propias autoridades argentinas, era efectiva en determinadas circunstancias.
Pero es un clásico: cuando hay pésima comunicación y algo sale mal, la culpa siempre es de los periodistas que “operan” para algún poder maligno oculto.
Cualquier similitud con el gobierno kirchnerista, que inventaba que Pfizer “nos pide los glaciares” a cambio de su vacuna para así darles exclusividad a las vacunas deficientes de Rusia y China en la pandemia, podría ser fatal para el gobierno libertario.
El default comunicacional del ministro, así como el fracaso de la empresa virtualmente monopólica que produce el repelente pueden dañar el corazón del relato antiestado y pro libre mercado del gobierno libertario de Javier Milei.
Posiblemente el gobierno nacional zafe de una crisis peor por el solo hecho de contar con el beneficio de la herencia atroz que recibió hace todavía poco tiempo.
Dicho sea de paso: a las ausencias comunicacionales se suma la propia Takeda, el inventor de la vacuna, que no tuvo vocero visible en los medios, aunque el laboratorio cuenta con un consultor experimentado en el sector, José María Oribe, y la propia empresa, a diferencia de Johnson, tiene gerenta a cargo de PR: Mariana Voloni. ¿Aprendieron algo de la pandemia de coronavirus en las multis farmacéuticas?
La situación en la Argentina se agrava por el “plan motosierra” en el que el gobierno nacional anunció oficialmente que cortaría a cero toda la pauta publicitaria nacional, sin tener en cuenta que problemas como el dengue requieren de un gran esfuerzo comunicacional desde el estado para instruir y orientar a la población: era más fácil lanzar desde el vamos una campaña comunicacional fuerte que lamentar cientos de muertes y hospitales nuevamente colapsados y tener que cargar con la culpa de no haber hecho nada.
Es cierto que en la comunicación y acción en el tema dengue, las autoridades nacionales no están solas: la provincia de Buenos Aires también resultó negativamente evaluada por el sector en cuanto a su comunicación, que consistió básicamente en culpar de la crisis del dengue al gobierno nacional. El encargado de Salud provincial, Nicolás Kreplak, ya había sido duramente criticado como ministro de Salud nacional del anterior gobierno kirchnerista de Alberto Fernández por su fatal performance en la pandemia de coronavirus. Ahora fue calificado negativamente por el 56 por ciento de los profesionales de comunicación que participaron en la encuesta sobre la comunicación en el dengue.
Pero el gobierno nacional se lleva las palmas de la suma de “mal” y ‘muy mal” comunicador, con 58 por ciento. Solo el gobierno de la ciudad de Buenos Aires queda a salvo del papelón, con 35% de calificación negativa.