La profesión de las Relaciones Públicas o comunicación institucional está jaqueada por el mismo dilema que afecta a los medios de comunicación: las redes sociales generaron un submercado vibrante de agencias especializadas con sus propios “gurúes” que demostraron estar en condiciones de volcar elecciones a su favor en los países más desarrollados (Donald Trump, Brexit, Cataluña). A los medios les pasa lo mismo: los profetas vienen pronosticando que se extinguirán como los dinosaurios.
Sin embargo, los medios vuelven a demostrar su vigencia: en Argentina, con el escándalo de los “cuadernos”, en Estados Unidos, con los diversos escándalos en torno a la Casa Blanca mostraron su vigencia.
Los mismos que consideran muertos a los medios consideran que las PR tradicionales no existen más y que serán reemplazados por gestores de redes sociales e influencers.
Los presupuestos se comparten con agencias digitales, las licitaciones, cada vez más frecuentes, presionan sobre la rentabilidad del negocio, y la visión de que los medios “ya fueron” se extiende también a las PR, no solo en Argentina, sino en todo el mundo.
Pero el Consejo Profesional de RR.PP. dio la semana pasada muestras de que está en condiciones de mostrar que la profesión de PR se adapta y prospera aún en un entorno de presupuestos declinantes: para su sexta Conferencia Internacional de Relaciones Públicas llenó la Usina del Arte, ese centro cultural de la Ciudad de Buenos Aires con un auditorio central en el que caben más de 1.200 espectadores: récord histórico. Reunió a los tres jefes de comunicación de las principales entidades de gobierno de la Argentina: el gobierno nacional, el de la provincia de Buenos Aires y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Pablo Cattoni, dircom de la química norteamericana Dow en Argentina y presidente del Consejo, se lleva buena parte del mérito de haber escenificado un gesto de poder para los profesionales.
La cumbre de los profesionales de PR se llevó a cabo en Argentina en un momento bisagra para la profesión: en los pasillos de la enorme Usina del Arte circulaban dos temas ineludibles para los profesionales e incómodos para tratar públicamente: la tremenda crisis de reputación que afecta a una gran cantidad de empresas constructoras y contratistas del estado argentino por las revelaciones del “cuadernogate”, y los errores de comunicación de un gobierno nacional que atrajo a talentos en comunicación corporativa salidos de las PR como nadie antes, pero que no encuentra la estrategia para que la comunicación encarrile a la gestión o no logra hacerse oír. Serán los mayores desafíos para los profesionales de PR.
Vale la pena una cita del discurso inaugural de Cattoni: “La integridad es clave. Tenemos que poner el foco en la ética y la transparencia. Tenemos que poner la mirada en nosotros mismos para que, en los tiempos que corren, no ser ajenos al contexto y ser un factor de transformación de las organizaciones que hacemos y representamos. Somos protagonistas activos de la transformación del espacio público y de la construcción de un ecosistema social. Tenemos una responsabilidad. Estamos ante una oportunidad única de hacer las cosas de una manera diferente en la Argentina”.