Una exitosa ofensiva de propaganda emprendida por profesionales de comunicaciones en el Reino Unido y otros países durante más de dos años ayudó a lograr la derrota de Isis en Iraq, afirmó Dan Chugg, el ex jefe de la Célula de Comunicaciones de la Coalición contra Daesh del gobierno británico, cuando el Comité de Defensa de los Comunes anunció nueva investigación sobre estrategias para responder al terrorismo islamista.
Justamente se decía de ISIS que era un grupo terrorista sumamente exitoso al usar las redes sociales para amedrentar a sus enemigos, sembrar el terror y cautivar adherentes: jóvenes de origen musulmán con problemas psicológicos y sentimiento de inferioridad en países europeos o fanáticos de los propios países árabes.
Por eso no es menor que Occidente esté encontrando la vuelta para contraatacar a grupos terroristas o desestabilizadores que se valen de las debilidades de las redes sociales para lograr grandes cambios en la opinión pública en países occidentales. Ese fue hasta ahora el caso de las granjas de trolls rusas financiadas por el Kremlin sospechadas de haber logrado desestabilizar el mundo con la elección de Donald Trump en Estados Unidos, el voto por el Brexit en Gran Bretaña o el movimiento separatista catalán en España.