Eduardo.Reina.interpretando.a.De.Angeli

Por Eduardo Reina *

“Las manifestaciones de más éxito no son necesariamente las que movilizan a más gente, sino las que suscitan más interés entre los periodistas.” Cita en uno de sus textos Pierre Bourdieu, sociólogo francés.

 

El espacio mediático se fue convirtiendo en el escenario obligado de la política, y los líderes mediáticos aparecieron como actores protagónicos, influyendo en las agendas gubernamentales y públicas.

 

Dos meses atrás, antes de que el asado del domingo fuese un anhelo, no hubiera tenido sentido preguntar a la población quién es Alfredo de Angeli. Hoy, dada la magnitud y duración de la crisis entre el gobierno y el agro, no sólo es pregunta obligada en los sondeos del gobierno, sino que es figurita repetida en la agenda de los medios.

La pregunta es: ¿por qué ha conseguido De Angeli tanta popularidad?

Descartando el caso particular del presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, instalado desde hace un tiempo en la escena del campo, ¿por qué brilla en igual terreno por sobre colegas como Eduardo Buzzi (Federación Agraria) o Mario Llambías (CRA)?

Desde lo periodístico ha sabido conciliar contenido y forma. Manteniendo las emociones a flor de piel y, sirviéndose de un lenguaje llano, supo instalar las preocupaciones del chacarero medio en oposición a esa oligarquía propietaria de camionetas, según la prédica del gobierno. En la calle se desenvuelve con aparente naturalidad frente a las embestidas de los medios; sentado en un set tiene un dominio escenográfico inusual por tratarse de un novato en las artes mediáticas. Y vaya adonde vaya repite constantemente aquellos mensajes concisos y claramente formulados que quedan resonando como un leve eco en nuestras cabezas: “no nos van a dividir…”, “ojalá que acordemos…”

Como si esto fuera poco, cuenta con el valor agregado de no ser un personaje de la política partidaria, tabú para quien teje palabras frente a una cámara de televisión. Así visto, tiene lo mejor de los dos mundos: alta exposición pública sin responsabilidades inmediatas a las cuales responder.

Alfredo De Angeli tiene una luz que brilla por sobre la de sus colegas, y es la luz exclusiva de las cámaras. Acepta y maneja muy bien los desafíos mediáticos con un estilo particular para contestar preguntas. Observando y escuchando sus comentarios en distintos medios notamos que sabe pasar ese mensaje contundente, incluso llegado el momento álgido de la entrevista. La dosis de ideología mechada con aquel relojeo de los ojos que se debaten entre el entrevistador y la cámara, le da a la gente la sensación de estar frente a la más pública de las conversaciones privadas.

Su planteo es conciliatorio, firme y estratégico. Da una imagen de humildad, sin dejar de lado la amenaza, y por sobre todo, con la proactividad del final feliz. Pero va incluso más allá, porque lo hace mutando del formato breve y efímero necesario para radio, al terreno de las ediciones televisivas, siempre con la mente puesta en quién hace la pregunta. Y ahí aquel eco resuena de nuevo, y cada vez que lo oímos hablar: “estamos más fuertes que nunca…”, “no nos van a dividir…”, “ojalá que acordemos…”

Pero ningún personaje ni estrategia es perfectamente hermética. La guardia de Alfredo De Angeli cae en reportajes más largos que tornan a su conversación más natural, complicando la escena comunicacional y generando dificultades para su construcción mediática. Allí su luz se ve reducida a breves flashes en la charla, y el estilo campechano se ve reflejado solo por momentos.

Aunque su imagen sea la de una persona de campo y exclusivamente de trabajo, no hay que perder de vista que De Angeli tomó una fuerza política que se multiplica diariamente con su mensaje. Las dos escenas tan diferentes que son por un lado Botnia (donde también es uno de los líderes piqueteros que cortan el paso entre Uruguay y Argentina en protesta por la papelera uruguaya) y por otro el lado el campo, se ven cruzadas y protagonizadas por los mellizos Alfredo y Atilio De Angeli.

El gran enemigo es no manejar excesos de comunicación, recordemos que en algunos casos han causado fracasos y frustraciones posteriores. Indudablemente no hay una regla fija ni una receta, es importante la evaluación sin apasionamientos.

El liderazgo se construye con objetivos claros sabiendo lo que la gente quiere, y comunicándolo acertadamente.

Ahora ¿Cómo seguirá la historia del campesino mediático? ¿Será diputado? ¿Será líder sindical y peleará por los puestos más altos dentro de la Federación Agraria? Es difícil saberlo. Pero su futuro lo debe construir paso a paso y planificando su acciones. Sabemos que con una capacitación aceptable, entrenamiento, buen asesoramiento y en la oportunidad justa, podemos instalarnos en la escena mediática. Si, por el contrario, corremos la carrera al revés, el asesoramiento y el entrenamiento llegan al mismo tiempo que la oportunidad, habremos tratado como piedra a un diamante en bruto.

 

* Consultor en comunicación y docente Universidad Católica Argentina

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