Máximo Kirchner, jefe del kirchnerismo en la Cámara de Diputados, justificando el impuestazo a los empresarios

Marshall Mc Luhan sostenía que “el medio es el mensaje”. Y si el medio es el mensaje, ¿qué nos dice un comunicado de prensa como única respuesta al peor impuesto de la historia que se les haya aplicado a las empresas?

Según los comunicadores de los propios empresarios, el mensaje es insuficiente o totalmente insuficiente. O por lo menos no sirvió para conmover a los senadores y diputados argentinos que votaron un impuesto llamado “aporte solidario” y supuestamente extraordinario -justificado con la pandemia- que grava no solo las “grandes fortunas”, sino todos los activos de las empresas de medianas para arriba, alejando definitivamente toda posibilidad de inversión en la Argentina.

Además, lo más probable es que el “aporte solidario” permanezca en el tiempo, dado el hecho de que la política económica del gobierno difícilmente resuelva el enorme crecimiento de la pobreza que manifiesta el país y que es récord en el mundo. De hecho, este impuesto contribuirá a atraer menos inversión empresaria.

El impuesto es tan bestial y antiempresario, que grava cualquier máquina o herramienta que una empresa esté pagando a crédito: es una invitación a no invertir.

Pero todos los encuestadores coinciden en que el “aporte solidario” tiene buena recepción en una opinión pública desinformada, con una maquinaria comunicacional oficial que tilda a los empresarios que se oponen a este aporte de “miserables”, como mínimo.

Una encuesta de este servicio a profesionales de PR y Asuntos Públicos, que incluye a muchos de los comunicadores de los propios empresarios, revela que la gran mayoría de ellos (59%) considera que los comunicados no alcanzan, y que los empresarios deben salir a los medios a dar la cara. A ellos se les podría sumar otro 17 por ciento que incluso cree que “además de explicar, deben organizar protestas”, mientras que apenas el 21 por ciento opina que, dada la gravedad de la pandemia, los empresarios no deben quejarse.

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