Por Nina Michanie
Que habían logrado una vacuna contra el coronavirus barata, fácil de fabricar y con un 90 % de efectividad fue el anuncio del laboratorio AstraZeneca de esta semana, y fue recibido con gran alegría. El problema comenzó cuando se dieron a conocer los resultados preliminares, y no todo era tan color de rosas: algunos participantes del ensayo habían recibido solo una dosis parcial de la vacuna, y los resultados más prometedores no reflejaban datos de personas mayores.
Los expertos de la industria dijeron que el error y la serie de irregularidades y omisiones que han caracterizado a la comunicación de AstraZeneca han erosionado la confianza del público en el laboratorio y su vacuna. Pero Menelas Pangalos, el ejecutivo a cargo de gran parte de la investigación de la farmacéutica, defendió al laboratorio diciendo que el error de dosificación fue cometido por un contratista y que, una vez que se descubrió, los reguladores fueron notificados de inmediato.
Pangalos, además, llamó al error ‘‘serendipity’’, una palabra en inglés que se traduce como serendipia y refiere a un descubrimiento o hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental o cuando se estaba buscando algo distinto. El ejecutivo de AstraZeneca lo definió de tal manera porque sostuvo que el haberse dado cuenta de la falla permitió a los investigadores encontrar un régimen de dosificación más prometedor que el que estaban utilizando. Y lo cierto es que varios hallazgos científicos han ocurrido por serendipia, o casualmente: el propio Viagra fue descubierto por el laboratorio Pfizer durante los ensayos clínicos de un medicamento para la hipertensión y angina de pecho.
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