Junto con la flota, Flybondi sigue engrosando las filas de PR. Bajo la batuta de Lucía Ginzo, ahora con toda la comunicación y el lobby de la low cost bajo su dirección, pasan a ser ocho profesionales. 

La línea aérea está buscando un coordinador para reforzar la tropa conducida por Ginzo, al ritmo en que va incorporando más y más aviones: con una docena ya es la segunda línea aérea de la Argentina, y, recambio de gobierno a fin de año mediante, se espera que incorpore más aparatos para competir con Aerolíneas Argentinas y su rival de origen chileno, JetSmart, que ya tiene ocho aviones operando en el país y fue condecorada como mejor low cost de la región.

Las low cost, que compiten muy eficientemente cubriendo casi todos los destinos de la Argentina sin recibir un centavo de subsidios provenientes de los contribuyentes argentinos, están desde el regreso del kirchnerismo, en 2019, bajo el fuego permanente del gobierno, que intenta convertir a Aerolíneas en monopólica. Ya la chilena LATAM cerró sus operaciones de cabotaje en la Argentina durante la cuarentena, y el gobierno de Alberto Fernández cerró el “aeropuerto low cost” del Palomar y castigó a muchos vuelos de cabotaje mudándolos a la incómoda terminal de Ezeiza.

Recientemente hostigó de nuevo a Flybondi negándole los dólares al precio oficial para pagar el leasing de dos aviones, aunque se supo que también a JetSmart le cierra el grifo del dólar oficial para importar. 

Paralelamente, Aerolíneas consume subsidios por 800 millones de dólares de los contribuyentes todos los años con la justificación de una pretendida “soberanía”.

El hostigamiento llegó al punto tal que el gobierno amenaza desde hace meses con aplicarles “tarifas mínimas” a las low cost para que no puedan competir con los carísimos pasajes de la línea aérea estatal.

Ante una inflación que ya está en el top mundial y que no domina pese a sus incesantes intentos de precios máximos, “cuidados” o “justos”, la dosis de estupidez de aplicar precios mínimos a pasajes low cost en uno de los países de la región con menos vuelos por habitante, sería demasiado alta incluso para los estándares del gobierno del presidente Alberto Fernández y la vice Cristina Kirchner.