Los seres humanos tendemos a ser optimistas. Tratamos de no pensar que lo peor nos puede pasar al salir a la calle. Creemos que controlamos nuestras vidas y por eso viajamos más tranquilos manejando un auto que sentados en un avión, pese a que las estadísticas nos dicen que tenemos muchas más posibilidades de morir en un accidente de tránsito que en uno aéreo.

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