La profesional, que estudia la psiquis de cientos de pilotos por año y que prefirió hablar anónimamente y no en nombre del instituto que verifica la salud física y psíquica de aviadores civiles y militares en Argentina, explicó que no puede más que suponer que ese era el objetivo y la patología de Lubitz por falta de más datos.

La psiquiatra estima que el hecho disparador de la decisión de Lubitz sería que la empresa, de conocer que el joven copiloto tenía una recomendación psiquiátrica de que no volara, más un problema de vista, le cancelaría el permiso de seguir copiloteando, algo que sucedería tarde o temprano.

“Es evidente que Lubitz padecía una patología psicosocial que la empresa no tenía detectada”, explica la profesional, que asegura que en Argentina el INMAE realiza controles psíquicos periódicos a los pilotos de líneas aéreas comerciales. La profesional asegura que los controles psicológicos regulares a los pilotos de líneas aéreas comerciales que se practican en Argentina harían casi imposible un caso como el de Lubitz y agrega que desde la tragedia ferroviaria de Once, de febrero de 2012, con 51 muertos, también se practican controles a conductores de tren.

Pero el golpe para la línea de bajo costo Germanwings, filial del gigante Lufthansa, fue mayor luego de que trascendió a los medios que el departamento de Recursos Humanos tuvo información de que Lubitz debió suspender su entrenamiento como piloto en 2008 por recomendación psiquiátrica por padecer depresión. Antes la empresa había negado a los medios que tuviera conocimiento de que Andreas Lubitz estaba en tratamiento psiquiátrico.

Las autoridades judiciales encontraron durante un allanamiento en su hogar familiar en Montabaur, Alemania noroccidental, la indicación psiquiátrica de que suspendiera su actividad de copiloto. Nuevas revelaciones apuntan a que incluso estaba bajo tratamiento con psicofármacos que indican no conducir ni siquiera automóviles.

Aquí el fallo no solo sería de la línea aérea, sino de todo el control de salud de los pilotos alemanes.

Lufthansa está siendo asistida en Europa por Burson-Marsteller en la comunicación de la crisis, mientras que la consultora de Francfort Kenyon, oficialmente contratada preventivamente como asistencia en, no estaría operando en esta catástrofe, según informó la revista PR Week.

La reacción de comunicación de crisis de la empresa obtuvo elogios y críticas por parte de los expertos en crisis management.

En una primera instancia, el CEO de la empresa hizo un buen trabajo para transmitir la inocencia de la compañía, pero a la vez reafirmar que él es “responsable” por la tragedia. Pero quedaron dudas abiertas cuando no pudo desmentir que la empresa tenía conocimiento que Lubitz había estado bajo tratamiento psiquiátrico.

El prestigioso semanario Die Zeit es uno entre muchos medios alemanes que elogiaron sus capacidades de comunicador de crisis. Die Zeit elogió ampliamente la forma en que Spohr condujo su primera conferencia de prensa: sin leer, conmovido y expresando una y otra vez sus condolencias y las de todo el personal de ambas empresas. También elogió el periódico que Spohr estuviera en todo momento accesible para los medios de comunicación.

Sin embargo, remarca el periódico que sus declaraciones, cuando se supo que estrelló el avión intencionalmente, al conocerse el contenido de la segunda caja negra, ya no fueron tan efectivas: “Ni en nuestras peores pesadillas nos podríamos haber imaginado que en nuestra empresa podría suceder una tragedia de ese tipo”, dijo el CEO de Lufthansa, lo que fue interpretado como un rasgo de autocompasión y cierta arrogancia de que a Lufthansa no le podría suceder algo así.

El diario Frankfurter Allgemeine publicó incluso una nota elogiando cómo el CEO Spohr logró “superar la tormenta mediática” luego de 15 conferencias de prensa televisadas en menos de una semana, de traje y corbata de luto, con su ladero, el gerente general de Germanwings, Thomas Winkelmann.

Los medios también elogiaron cómo Lufthansa preparó a los pilotos de Germanwings para que hablaran cara a cara frente a los pasajeros antes de partir –inmediatamente después de la tragedia- y explicarles que ellos tienen familias y que quieren llegar a salvo para estar con ellos, como los propios pasajeros (ver nota abajo).

Fue elogiada por los medios también la generosidad de la empresa de aeronavegación más grande de Europa para con los deudos en cuanto al aporte monetario y los avisos fúnebres que publicó Lufthansa por cada uno de sus pasajeros muertos en los Alpes franceses. En todo momento la dirección de la empresa mostró gran preocupación por el binestar de los familiares de las víctimas. Este tipo de actitudes, más la iniciativa de imponer una nueva norma para que haya siempre dos pilotos, o dos personas en la cabina, fueron considerados por analistas alemanes de management de crisis como muy positivos.

Como resultado, la prensa alemana no registra declaraciones negativas de ningún familiar de las víctimas. Por ahora, Lubitz no estaría logrando el macabro objetivo de terminar con la buena imagen de la línea aérea alemana. Por ahora.

Las empresas con buena imagen de base suelen reponerse rápidamente de este tipo de crisis con alta cobertura mediática, y Lufthansa es considerada, en reputación corporativa, una de las top ten dentro de las líneas aéreas y una de las empresas alemanas más admiradas a nivel mundial.