Por Diego Dillenberger.-
El Presidente Macri admitió el 9 de julio que Argentina llegó a la crisis cambiaria por errores propios de gestión, sin especificar a qué se refería. Es una confesión de error incompleta, pero importante, que va más allá de la primera y tibia concesión de mayo de que inicialmente su gobierno fue demasiado optimista con las metas de inflación.
Este mea culpa va acercando al gobierno a admitir que hubo un grave error de diagnóstico de entrada al no centrar la estrategia de comunicación en la herencia recibida para ofrecerle a la sociedad argentina un programa económico un tanto más ambicioso y urgente, que quizás hubiese evitado el mal trago del momento, que está poniendo en duda las posibilidades de reelección de Macri.
Como en toda comunicación de crisis, la admisión del error y la culpabilidad es un primer paso que abre la puerta al segundo capítulo, más apasionante, de “redención y resurrección”, cuando la empresa muestra cómo está cambiando y todo lo que hace y hará para evitar que lo que sucedió no vuelva a suceder.
Pero es momento de analizar qué deja de enseñanza para comunicadores empresarios y de la función pública la crisis a la que llegó el gobierno de Cambiemos: una encuesta a líderes del sector de la comunicación pública y privada de la Argentina arroja una duda y tres certezas.
Primero, la duda: no hay definición acerca de que la comunicación debe anteceder a la gestión. Es un debate teórico tan antiguo como el dilema del huevo o la gallina: ¿la comunicación debe preceder a la gestión para facilitarla? ¿O la comunicación viene después de la gestión para destacarla?
En la encuesta a la que respondieron 62 profesionales argentinos de comunicación gana el término medio: hay casos y situaciones en los que puede valer cualquiera de las dos opciones (47,5%) contra 42,6% que sostiene que la comunicación debe estar antes de la gestión para facilitarla.
Apenas el 3% sostiene que la comunicación debe venir después para realzar la gestión, como cuando se inaugura una obra pública.
Confieso que me ubico en el 42% que cree que la comunicación debe estar antes de la gestión, porque en una democracia moderna es muy difícil generar consensos para casi cualquier medida sin haber logrado instalarla previamente en la opinión pública y enmarcarla desde el ángulo adecuado.
Lo que sí es evidente es que la filosofía del gobierno de Cambiemos está con el 3% que sostiene que la comunicación viene después: solo así se entiende el error de gestión inicial. Ejemplo claro es el fracaso de todo intento de reforma laboral del gobierno que fue rebotando en el Congreso, recibiendo la reprobación del sindicalismo sin que la opinión pública siquiera se enterase de los beneficios que una reforma así podría traer a la economía argentina.
Pero el gobierno tuvo una clara demostración de cómo la opinión pública puede cambiar, y mover a la política a cambiar con ella, con el debate del aborto: ambas partes -abortistas y pro vida- militaron sus posiciones y participaron activamente en el debate. En el caso de la reforma laboral la única voz que se escuchó fue la de los sindicatos. No hubo comunicación del gobierno ni actividad alguna de terceros creíbles a favor del proyecto oficial.
Segunda conclusión: consecuentes con la primera respuesta, los profesionales locales consideran masivamente que hubo un mix de errores de gestión y comunicación. El 72,6% cree que hubo un mix de errores de gestión y comunicación y solo el 8 % cree que los errores fueron de comunicación.
Tercera conclusión: el error de no haber querido mostrar cabalmente la herencia es considerado relevante para el 70% de los profesionales argentinos de comunicación.
El presidente argentino ya explicó en varias entrevistas que minimizó la herencia inicialmente porque creía más importante que no decayera el entusiasmo inicial, confesando indirectamente la escasa visión estratégica que tuvo la comunicación en el inicio de la gestión de gobierno, a diferencia diametral con la de la comunicación tan sofisticada en campaña electoral.
Apenas el 10 por ciento cree en la opción de que “por más que mostrara claramente la herencia, al estar en minoría en el Congreso, era poco lo que podía hacer”.
De hecho el gobierno hoy demuestra que está dentro de este 10% de profesionales que creen que no se puede haber hecho demasiado con comunicación, cuando la coalición de Cambiemos no tiene mayoría en ninguna de las dos cámaras.
Esta visión de la comunicación pone claramente en evidencia la creencia de que la comunicación se subordina a la gestión y no es apta para operar cambios en la opinión pública, que a su vez presionen a la política.
Para decirlo de otro modo: el gobierno no cree que pueda lograr nada más allá de lo que no pueda negociar políticamente en el Congreso o con apoyo de los gobernadores. La intervención de la comunicación sobre la opinión pública queda relegada a la campaña electoral.
Así se entiende claramente por qué el gobierno no hizo ningún esfuerzo para instalar la importancia de una reforma laboral como primer paso para privatizar el mercado de trabajo argentino ante una terrible herencia: el 45% del PBI se lo lleva el gasto público, y eso es lo que ha hecho a la economía totalmente insustentable.
Sólo si el estado deja de ser sustituto del mercado laboral -como lo viene siendo desde hace décadas, pero especialmente desde el kirchnerismo- podría bajar el gasto público con el tiempo. Sin esa premisa, cualquier promesa de gradualismo resulta poco creíble: quedó demostrado en la crisis de confianza de los mercados, de la que el gobierno aún no ha salido y que pone en duda sus posibilidades de continuar en el poder más allá de 2019.
Esa es la herencia que debía haber mostrado el gobierno inicialmente para poder presentar un plan económico que no desembocara en la actual crisis.
Finalmente, los profesionales están de acuerdo en un 52,5% con la idea de que el debate en torno al aborto puede servir de ejemplo para comprobar que un gobierno en minoría, como el de Cambiemos, está en perfectas condiciones de instalar otros debates de fondo y hacer participar y cambiar a la opinión pública cuando cree que tiene una postura para ganar espacio en esa opinión pública.
Pablo Knopoff es encuestador, fundador de la consultora Isonomía y uno de los analistas más brillantes de la Argentina. Es el inventor de la teoría del Primer metro cuadrado, que muestra cómo determinados temas impactan en la vida personal de los ciudadanos y sus familias. todos los temas económicos y laborales ocupan el 60% de ese primer metro cuadrado, explica Knopoff. El encuestador también concluye que temas de debate, como los programas económicos, y sobre todo los laborales, tendrían tanto impacto en la opinión pública como el del aborto.
En contraposición a esa teoría del Primer metro cuadrado, el gobierno parte de la premisa errada de que los debates económicos interesan solo a al proverbial “círculo rojo”, que no superaría el 4 por ciento de la población. Ni imagina que temas económicos y políticos de fondo pueden agitar debates muy calientes en una sociedad altamente politizada, como la argentina.
Todo depende de cómo se lo plantea: si se lo hace de forma académica, es probable que no superen una elite. Si se los presenta como una propuesta capaz de cambiar ese primer metro cuadrado, el gobierno tendría mucho para ganar con el debate económico.
Tristemente, el gurú Jaime Durán Barba propone ahora que el gobierno no hable de economía sino que traté de sacarle todo el jugo posible al debate del aborto.
Pierde así la posibilidad de instalar que tendría una alternativa y nuevas ideas al deprimente debate actual de “dólar versus tasa versus lebac versus recesión versus ajuste versus fondo monetario” y así revertir las expectativas económicas muy negativas que conspiran contra sus chances de reelección.
De todos modos, la propuesta de evitar hablar de economía es el encuentro de la avestruz de esconder su cabeza en la arena: la oposición no dejará de hablar de economía, y el enfoque terminará siendo cualquiera menos el que le convenga al gobierno.
Esta encuesta a profesionales de la comunicación de la Argentina puede servir al gobierno para rehacer su diagnóstico acerca de qué limitaciones reales tiene cuando aspira a proponer reformas estructurales: Los profesionales le están diciendo que si las comunica adecuadamente e incentiva al debate y moviliza no solamente fuerzas propias sino de terceros puede lograr mucho más de lo que está dispuesto a conceder un congreso de mayoría peronista a 18 meses de una elección, que a la luz de la crisis ahora sí tiene chance de ganar.
Sólo entendiendo que el gobierno está en condiciones de instalar debates y enmarcarlos desde su propio foco podría generarle a la oposición un costo de impedirle emprender las reformas que necesita como para mejorar las expectativas económicas. Esas expectativas, altamente negativas, son hoy el mayor obstáculo de Cambiemos a la reelección en las elecciones presidenciales de 2019.
Y así entenderán que la gestión fue deficiente por no haber entendido el potencial que tenían en la comunicación y desaprovecharon. Y esa es una conclusión que sirve más allá de los intereses del propio gobierno de Cambiemos para cualquiera que asuma la presidencia en diciembre de 2019.