Parecía una noticia resucitada de los años de la guerra fría, digna de un guion cinematográfico: El gobierno de Estados Unidos le cayó con todo el peso de la ley a Manuel Rocha, un diplomático que fue embajador en la Argentina -y otros países de la región- por descubrir que era espía cubano.
Ahora el espía procubano también fue despedido de LLYC, la ex Llorente & Cuenca. Hacía apenas dos meses, la agencia fundada por José Antonio Llorente lo había nombrado senior international business advisor para aprovechar sus contactos en la región.
Al día siguiente de conocerse la acusación de alto espionaje para Cuba contra el diplomático norteamericano, LLYC no dudó en destituirlo como asesor “con efecto inmediato”.
Rocha no tenía responsabilidades ejecutivas, sino que era más bien parte del board de LLYC que ayuda a la mayor agencia de PR española a desarrollar vínculos, estrategias de comunicación y nuevos negocios. Rocha iba a tener un foco puesto en el sector minero.
Desde la empresa señalan que esta decisión subraya su “firme compromiso de mantener los estándares más altos de conducta ética y legal” dentro de la organización. La firma ha asegurado que, aunque los cargos no están relacionados con su colaboración con ellos, colaborarán «plenamente con las autoridades».
Fiscales estadounidenses han acusado este lunes en Miami a Rocha de trabajar como agente encubierto del Gobierno de Cuba durante cuatro décadas, según el Departamento de Justicia del país. «Esta acción expone una de las infiltraciones de mayor alcance y duración en el gobierno de los Estados Unidos por parte de un agente extranjero», ha asegurado el Fiscal General Merrick B. Garland en un comunicado en el que se detalla la acusación contra Rocha, de 73 años.
La denuncia recoge que desde, aproximadamente, 1981 y hasta el presente, el ciudadano estadounidense nacido en Colombia «apoyó en secreto a la República de Cuba y su misión clandestina de recopilación de información de inteligencia contra Estados Unidos».
Para hacer esto, Rocha consiguió empleo en el Departamento de Estado entre 1981 y 2002. El comunicado señala que fue «en puestos que le proporcionaron acceso a información no pública, incluida información clasificada, y la capacidad de influir en la política exterior estadounidense».
Después de abandonar este Departamento, el acusado pasó a ser asesor del Comando Sur de Estados Unidos, un mando conjunto de las fuerzas armadas estadounidenses que incluye Cuba dentro de su área de responsabilidad. Entre 1999 y mediados de 2002, fue embajador estadounidense en La Paz, donde causó una gran polémica al amenazar con retirar la ayuda estadounidense a la guerra boliviana contra las drogas, si el izquierdista Evo Morales ganaba las elecciones.
Rocha admitió haber trabajado para Cuba durante «40 años» en reuniones mantenidas en 2022 y 2023 con un agente encubierto del FBI que se hacía pasar por un representante de la Dirección General de Inteligencia de Cuba, sostuvo la denuncia. Durante sus conversaciones con ese agente, Rocha celebró su actividad dentro de la inteligencia cubana, y se refirió una y otra vez a Estados Unidos como «el enemigo» y a sus contactos cubanos como «compañeros».