Sintéticamente: de tanto silenciar una visión considerada “políticamente incorrecta” por los medios y el establishment, la opinión pública cambia y esa visión va desapareciendo. En la Argentina se podría agregar una vuelta a la espiral: ya los medios ni siquiera tienen en cuenta al empresariado como fuente y partícipe del debate, y solo los empresarios pueden frenar la espiral.

A esta conclusión se puede llegar luego de observar la crisis de la autopartista Lear, que luego de despedir a una parte de su personal en busca de mejorar su productividad, experimentó el bloqueo por parte de sindicalistas de extrema izquierda. Los extremistas llamaban la atención de los medios sobre el conflicto con la empresa cortando la autopista Panamericana, frente a la empresa.

“Llegamos a tener hasta diez móviles de TV en la puerta, y solo uno nos tocó el timbre, pero solo fue para pedir ir al baño”, explicó con ironía Antonio Marín, director de Lear, en unaentrevistaen La Hora de Maquiavelo Radio (Radio FM Cultura, 97.9, miércoles a las 20). Lo cierto es que ni el periodista que fue al baño preguntó a la empresa por su versión de lo que estaba pasando (mucho menos lo hicieron los colegas que estaban apostados afuera) ni la empresa tomó la iniciativa de invitarlos a una rueda de prensa para explicar que buscaba mejorar su rentabilidad para no quebrar, ya que los mismos sindicatos de izquierda boicoteaban permanentemente a la compañía hasta dejarla completamente fuera de competencia.

Lear finalmente llamó a la consultora de PR Porter Novelli, dirigida en Argentina por Aldo Leporati, para salir a la opinión pública y explicar qué estaba pasando: los sindicalistas de izquierda no decían la verdad cuando afirmaban que estaban “vaciando” a la empresa, sino por el contrario, la compañía, proveedora de cables y asientos para Ford, aspiraba a poder continuar en mejores condiciones. A partir de ese momento es que Marín inició un verdadero raid mediático con más de dos docenas de entrevistas en pocos días y logró frenar la “Espiral del silencio”, segúnexplicaLeporati en La Hora de Maquiavelo TV: “Los periodistas nos decían que a ellos los mandaban a cubrir el corte y no les interesaba lo que tuviera para decir la empresa”, explica el consultor.

Es obvio que los sindicalistas hacen los piquetes para llamar la atención de los medios sobre sus reclamos o consignas políticas. Pero no es tan obvio que, después de una década entera del más absoluto silencio, los empresarios no sean ni siquiera considerados como fuente en medio de este conflicto.

Leporati opina que hay culpas de los dos lados: los periodistas, por falta de profesionalismo, y los empresarios por haber renunciado hace demasiado tiempo a ser voceros de sus propios intereses. Pero en el caso de Argentina, son mucho más responsables los empresarios de haber dejado el campo de la opinión pública enteramente en manos del gobierno y los sindicalistas y de haber acostumbrado a los medios a que el empresariado no tiene nada que opinar.

Por lo pronto el empresariado deberá enfrentar el peligroso proyecto de ley de Abastecimiento mediante el cual el gobierno de Cristina Kirchner apunta a intervenir directamente en las decisiones empresarias y forzarlas a producir y vender a pérdida. ¿Será el momento del cambio de la cultura comunicacional del silencio en la que los empresarios se sintieron tan cómodos a lo largo de la “Década Ganada”? Vale la pena releer la nota anterior para entender que el empresariado parte de un buen arranque: su credibilidad es mucho más alta que la del gobierno argentino.