Google: el no a China complica a Chávez y sus amigos

Por Diego Dillenberger.-

“Así es como hoy hemos dejado de aplicar censura a nuestros servicios de búsqueda”. Con esta frase, David Drummond, vicepresidente senior de Desarrollo Corporativo y jefe de Asuntos Legales de Google, explicaba ayer en el blog de Google para América latina la histórica decisión del buscador de terminar con su bloqueo a páginas web “incorrectas” para el régimen de Beijing. Ese “bloqueo” ahora es “censura” lisa y llana para Google. Y de hecho, era un acto de censura no permitirles a los ciudadanos de ese país, por ejemplo, ver las fotos de la sangrientamente aplastada protesta estudiantil en la Plaza de Tienanmen en 1989, como las podemos ver los occidentales, y solo mostrar fotos de la plaza relacionadas con cuestiones turísticas.

Ahora Google dejó de operar el buscador especial desarrollado para China y redirige el tráfico de chinos a su buscador normal. De todos modos, no desmantela totalmente su operación en el gigante asiático, porque seguirá ofreciendo contenidos y servicios no vinculados con información y búsquedas de Internet.

La decisión implica para Google perder en gran medida un mercado potencial de mil millones de habitantes. Pero en momentos en que en el mundo occidental Google ya ha dejado de ser el David que desafía a Goliat para convertirse en un Goliat que domina muchos aspectos de Internet, es evidente que la reputación en Occidente pesó en esa decisión mucho más que el negocio chino potencial.

En enero Google había anunciado que se tomaría unas semanas para evaluar la continuidad de su controvertida apuesta a China, luego de verse atacada por hackers que, según el buscador, podrían estar proviniendo del mismo gobierno de Beijing. En realidad, las críticas en la opinión pública occidental a su colaboración con la censura del régimen chino fueron más importantes que ese episodio puntual, estiman expertos.

Google, de hecho, encuentra cada vez más resistencias en Europa, por ejemplo. Hoy mismo, por ejemplo, los titulares sobre la decisión china se ven compensados por demandas en el viejo continente por el uso de su sistema adwords, ya que en las palabras clave las empresas usan, previsiblemente, marcas de sus rivales. Google también fue noticia cuando el magnate mediático Rupert Murdoch tomó la delantera para quejarse de que el buscador reproducía sus noticias, por más que Google sea hoy justamente clave para llevar tráfico masivo a los medios de comunicación.

Analistas tecnológicos estiman que la retirada de Google le podría abrir la muralla de China a su archirival Microsoft, que intenta ahora hacerse un lugar en el ciberespacio con su nuevo buscador Bing. Sin embargo, luego de la partida de Google de China, el costo en reputación en occidente para Microsoft, en caso de querer ocupar la silla que deja vacía Google en ese país sería enorme. A esta altura Microsoft también entiende que el valor de la reputación puede ser mayor que el de un mercado potencialmente grande.

En América latina la decisión de Google solo puede festejarse: se produce exactamente en momentos en los que en Venezuela el comandante Hugo Chávez está imponiendo una incalificable ley de censura para Internet luego de haber cerrado masivamente canales de TV y radios críticas de su régimen. Evidentemente descubrió que Internet es mucho más poderosa como herramienta para promover la libertad de expresión de lo que imaginaba. En ese contexto, la decisión de Google de irse de China le hace más difícil y costosa la tarea del devaluado militar caribeño y a sus países satélites y aliados en América latina que adorarían poder seguir sus pasos.