El influencer marketing está virando desde un desorganizado macro con millones de seguidores a un micro boutique más enfocado a las estrategias concretas de las marcas. Esto es lo que explican en un artículo para el blog Desarrollando ideas, de Llorente & Cuenca, los encargados del Área Digital de la oficina mexicana de la consultora, Luis Fernando Martínez y Mónica Iturriaga.
“Los inicios del influencer fueron marcados por generadores de contenido apasionados. Unos usuarios que desarrollaron una amplia experiencia en temas de su elección, labrándose una reputación y ganando el respeto de unas comunidades que fueron creciendo. Su crecimiento fue a la par que el de las redes sociales donde estaban presentes sus propias comunidades, creándose niveles de influencers ‘macro’ y ‘mega’, y alcanzando incluso estatus de celebridades”, comienzan explicando los autores.
Pero esa burbuja, finalmente reventó: “El enfoque equivocado de estrategias por parte de las marcas –más preocupadas por el número de impresiones visuales y la publicidad que por un verdadero impacto a largo plazo– sirvió para apoyar prácticas de inflamiento falso de comunidades y número de followers, así como para impulsar el uso de estrategias poco éticas que simulaban interacciones y resultados”.
En respuesta a esto, surgieron los microinfluencers; líderes de opinión con comunidades de nicho pequeñas (pero selectas), activas, verdaderas y con un fuerte grado de relacionamiento y compromiso con el conector de su comunidad. Estos microinfluencers pueden ser clave para que las empresas obtengan mayores impactos, si cuentan con los objetivos bien definidos, afirman Martínez e Iturriaga.