“No me preocupa, no me siento aludido. ¡Pero hagan algo!” Esa es la percepción que tienen los profesionales de relaciones públicas sobre el permanente manoseo del título en los medios de comunicación, según una nueva encuesta. Recientemente muchos se atragantaron con la permanente mención del proxeneta y pedófilo Leandro Cohen Arazi, preso y procesado por el escándalo de pedofilia vinculado a las categorías inferiores del club de fútbol Independiente.
Los casos de armadores de fiestas, dealers e intermediarios de modelos (proxenetas) que en los medios se los denomina “relacionistas públicos” no son una novedad, aunque pareciera que la tendencia está en alza. Casi todos los años aparece un nuevo escándalo mediático vinculado a un falso “RR.PP.”
Lo mismo les pasa a los reales empresarios y emprendedores que invierten su capital, asumen riesgos, generan valor y trabajan cuando en los medios se los pone en pie de igualdad con pasadores de sobornos, coimeros o simplemente jefes del narcotráfico. Últimamente los casos del “Corcho” Rodríguez, pasasobres de Odebrecht, o los testaferros kirchneristas Lázaro Báez y Cristóbal López hicieron lo propio para minar la autoestima de los empresarios reales.
Ahora la encuesta de este servicio indica que el 77 por ciento de los 52 profesionales encuestados (de un panel de 400) que respondieron no se siente aludido cuando los medios llaman “relacionista público” a delincuentes notorios cuya actividad no guarda relación con la definición académica de la disciplina.
Apenas el 21 por ciento dijo que “me ofende” cuando ve que los medios confunden su profesión con la actividad de narcos o tratantes de personas.
Sin embargo, la cosa cambia radicalmente cuando se les pregunta qué cree que se puede hacer para mejorar esa situación. Ahí el 64 por ciento sostiene que “los organismos profesionales debieran encarar una campaña para que los medios usen el término adecuadamente”. De hecho, Federico Rey Lennon, profesor de Relaciones Públicas de las universidades Católica y de La Matanza y autor de la mejor biografía profesional sobre el “fundador” de la profesión, el austro-estadounidense Edward Bernays, también sostiene en una columna (abajo) que el Consejo Profesional de RR.PP. debiera tomar cartas en el asunto con una campaña destinada a esclarecer a periodistas y líderes de opinión.
Apenas el 16 por ciento sostiene que se debería cambiar el nombre a la carrera y la profesión, como ya lo hicieron algunas universidades, que apalearon a variantes como Relaciones Institucionales, o Comunicación Institucional.
Por el contrario, el 20 por ciento sostiene que “no hace falta hacer nada” porque “me da lo mismo”.
Algunas opiniones valiosas de los encuestados:
* “Todos, medios y profesionales, debemos educar y hacer honor al verdadero concepto de las RRPP.”
* “Los profesionales deberían salir a los medios a aclarar”.
* “La profesión está cambiando y PR no describe las cualidades que se requieren para la próxima generación. El nombre deberá cambiar también”.
* “Es el nombre adecuado”
* “El mal uso local de una profesión aceptada internacionalmente no puede ser considerado serio. Es un eufemismo mediocre con el cual oportunistas intentan jerarquizar una práctica no profesional, no se puede abandonar una denominación mundialmente aceptada. Tratándose de especialistas, debería resolverse con una acción sobre el periodismo mediocre que acepta -e indirectamente promueve- esa confusión”.
* “Relaciones Públicas quiere decir crear y mantener vínculos (relaciones) entre una organización y sus públicos. Hace más de 100 años que se usa así en el resto del mundo y no hay conflicto. Yo voto por no cambiarlo. Hay que consolidar lo que la disciplina es”.
* “Si no le brindamos el contenido correcto lo harán otros, somos la típica profesión a la que le cuesta trabajar para sí misma”.
* “No me afecta, no me doy por aludido”.