Por Diego Dillenberger.-
El 18 de julio, el presidente Mauricio Macri sostuvo su última conferencia de prensa tradicional. En campaña había prometido una por mes. Pero días después de esa última conferencia, el gurú electoral de Cambiemos, Jaime Durán Barba, escribió en su habitual columna del diario Perfil que las conferencias de prensa son una antigualla, y que los ciudadanos comunes, en una aparición posterior en Instagram, hicieron preguntas más interesantes que los periodistas en Olivos, que se interesaban por una deprimente agenda de temas, como el nivel de inflación, la deuda o la recesión, que no importan al común de la gente.
En aquella -presuntamente espontánea- conferencia vía Instagram se preguntaron cosas más “terrenales” como si prefería Tita o Rhodesia o si le molestaba que le dijeran “gato”.
Indirectamente, Durán Barba presentó un alegato para no exponer más al mandatario argentino a conferencias de prensa. Por lo menos mientras la agenda mediática esté dominada por temas tan deprimentes como la crisis económica.
“La mayor parte de las preguntas que hicieron los periodistas fueron las típicas del mundo en que viven, parecía que veíamos uno de los canales en los que todos dicen que el mundo se acaba, que nadie llega a fin de mes, que el país no tiene salida, los temas usuales en algunos medios. Al siguiente día, Mauricio apareció imprevistamente por Instagram pidiéndole a la gente que preguntara lo que quisiera. Durante una hora, decenas de personas hicieron preguntas interesantes. Nadie repitió alguna pregunta de las que hicieron los periodistas”.
Durán Barba dixit.
Es una convicción de los comunicadores del gobierno: el periodismo informa sobre temas que cada vez interesan menos a la gente. Siguen su propia agenda, y no la del común de la gente.
Esta convicción es uno de los pilares de la estrategia de comunicación del gobierno que, a la vista de los resultados globales de la gestión de Cambiemos, no fue muy exitosa. Sin embargo, muchos analistas sostienen que la estrategia de comunicación es buena o, en el peor de los casos, no tiene la culpa de que la gestión sea mala.
Pero una encuesta de este servicio a un panel de más de 300 profesionales argentinos arrojó que califican la gestión de la comunicación como floja. Le asignan una nota de 4,3. La encuesta indagó en la duda de si en esta situación de crisis que vive la Argentina, no habrá pasado demasiado tiempo desde aquella conferencia. Desde entonces concedió entrevistas a algunos medios y periodistas. No desapareció de los medios, pero no se sometió al tradicional formato de conferencia de prensa abierta.
Para los profesionales de comunicación encuestados, pasó bastante tiempo desde su última conferencia de prensa de Macri: más de dos tercios considera que ese lapso de tiempo fue excesivo, y el 58 por ciento cree que en una situación de crisis económica, la frecuencia de esas conferencias debe ser aún mayor. Solo el 18 por ciento cree que la frecuencia de las conferencias de prensa es intrascendente.
Pero con esta herramienta tradicional de la relación entre el poder y los medios -en representación de la opinión pública- que es la ya clásica conferencia de prensa, todo está cambiando. Barack Obama sostenía una por mes. Donald Trump dio hasta ahora una sola en Washington, luego solo habló con periodistas afines. Sí, en cambio, el mandatario norteamericano aceptó dar bastantes conferencias conjuntas durante sus múltiples viajes de estado con otros mandatarios.
La última conferencia de prensa que sostuvo Trump en Washington, luego de las elecciones de medio término en las que no le fue del todo bien, fue un verdadero papelón: expulsó de la sala al acreditado de la CNN y le quitó su credencial.
La agencia de noticias Bloomberg incluso publicó una columna proponiendo rescatar a la conferencia de prensa ante actitudes como las de Donald Trump. El francés Emmanuel Macron tampoco fue más prolífico en conferencias de prensa: dio una en París, y luego unas cuantas en sus viajes. Incluso intenta desalojar la tradicional sala de prensa del Palacio del Elíseo.
El recientemente electo presidente brasileño, Jair Bolsonaro, más allá de la excentricidad de usar una tabla de surf como mesa para los micrófonos en su primera conferencia de prensa como presidente electo, mostró el cuestionable camino al que se dirige en su relación con los medios: no aceptó la presencia de periodistas de la Red Globo ni del diario Folha de Sao Paulo.
En Alemania, las conferencias de prensa en Berlín se suelen realizar desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en una asociación de periodistas que directamente dirigen la conferencia, sin la intervención del clásico jefe de prensa o secretario de Comunicación.
Si hubiera una correlación entre la frecuencia de las conferencias de prensa y la prosperidad de los países, la comparación con Alemania indicaría que la apertura del poder hacia los medios de comunicación contribuye al bienestar de las naciones.
Cristina Kirchner, en sus dos mandatos, sólo se sometió a una conferencia de prensa tradicional, poco después de la derrota parlamentaria del impuestazo a los productores de soja, conocida como la Resolución 125.
No por nada, los profesionales de la comunicación sostienen en casi tres cuartas partes de consenso que para un mandatario, someterse a conferencias de prensa regularmente “es parte del ejercicio del poder en democracia”. Menos de 30 por ciento cree que las redes sociales pueden reemplazar a las conferencias de prensa, como sostiene el credo del gobierno.
Qué opinan los profesionales (respuestas elegidas):
* Es importante que un Presidente dé conferencias periódicas, y esto debe ser acorde al ritmo de trabajo de la gestión. En momentos de crisis, dar una de forma excepcional para llevar tranquilidad y mostrar acción, no exagerar pero no borrarse.
* Mensajes muy repetitivos e infantiles como “vamos que podemos, creo en los argentinos, tenemos futuro” Todas generalidades y voluntaristas.
* Hoy la comunicación tradicional ha migrado a las redes sociales si bien el destinatario de este tipo de comunicación es general, las conferencias de prensa permiten un ida y vuelta direccionando la información hacia un público muy segmentado que, a su vez, será quien comunique con los soportes tradicionales o masivos al público final. Los paradigmas tradicionales están cambiando. Hay que adaptarse.
* Son escasas , tendría que ser una costumbre saludable . Al menos una por mes, acompañado de un par de ministros.
* Insuficiente y sus respuestas son pobres, pero siempre es fácil sobresalir después de un gobierno caracterizado por no dialogar con la prensa.
* En época de crisis es importante comunicar con cierta frecuencia para al menos intentar dar certidumbre, comunicar avances y variaciones, y reiterar el objetivo. Es igual de malo comunicar en exceso que comunicar demasiado poco, especialmente en momentos de crisis.
* La merma busca proteger la imagen del presidente incrementando la incertidumbre, cuando debería mostrarse un presidente en control de la situación.
* Es insuficiente, deberían ser periódicas.
* Inadecuada. Crisis necesitan comunicación. Ni redes ni spots alcanzan.
* No creo que sea lo más relevante. Lo más preocupante es el contenido.
* Debería aumentar la frecuencia para que el país esté al tanto de la gestión del gobierno.
* El gobierno no sabe o no quiere comunicar.
* En épocas de crisis la frecuencia debería ser mensual, logrando empatía y generando transparencia en su gestión.
* Insuficientes. Todos los Ministros son mudos.
* No es la frecuencia ni el tema. Es el liderazgo, la confianza y la capacidad de llevar tranquilidad por parte de quien hoy timonea el barco. Todo esto no se ve ni se transmite.
* Por lo menos hace conferencias, el anterior gobierno de CFK no hacia conferencias, no daba entrevistas. En eso este gobierno es mucho más abierto.
* Una al mes dijo en campaña. Dista de lo dicho.
Deja un comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.