Sin quererlo, Tiger Woods ayudó a los RR.PP. de USA a perfilarse

“Cuanto más alta sea tu imagen, más estrepitosa será su caída”, podría ser un aforismo aplicado a las relaciones públicas. Sin dudas, el fenómeno del golf Eldrick Tont Woods, más conocido como “Tiger”, en estos días debe saberlo mejor que nadie. Desde sus tiernos inicios en los campos de golf, Tiger cultivó una imagen intachable, que sostuvo sin problemas en su madurez. Luego, casado y con dos niños, aparentó ser un esposo y padre ejemplar. Esto, por supuesto, basado en suposiciones, ya que la cortina de hierro tras la cual protegía a su vida privada resultó siempre infranqueable para la prensa.

Un confuso accidente automovilístico ocurrido semanas atrás expuso a Tiger a la insaciable sed de los medios de comunicación. La falta de una pronta explicación del siniestro por parte del golfista no hizo más que levantar sospechas y alimentar versiones. Finalmente, la verdad salió a la luz: Tiger resultó ser un infiel compulsivo. La escandalosa revelación derivó en una masiva pérdida de anunciantes, de los que a lo largo de su carrera Woods obtuvo más de la mitad de su fortuna.

Aún con la verdad al descubierto, Tiger se rehusó a hablar con los medios para explicar los acontecimientos; en parte por su propia necesidad de preservar su intimidad, y otro tanto siguiendo el consejo de su flamante abogado, Mark NeJame, un profesional que ya representó a varias celebridades en el pasado.

Expertos en PR norteamericanos acordaron que el equipo de comunicación de Woods debió haber preparado alguna declaración de emergencia del tipo “lo ocurrido fue más que un accidente y la verdad saldrá pronto a la luz” para calmar la ansiedad de los medios.

De hecho, nunca en la historia en Estados Unidos los medios consultaron tanto a consultores de PR para analizar para el gran público si fue correcta o fallida la comunicación de crisis del golfista.

Asimismo, sostuvieron que debió haber pedido disculpas públicas a su esposa y contar toda la verdad sobre sus aventuras amorosas (o al menos debería haberlo hecho su abogado o un familiar cercano en representación de Tiger).

Los expertos también notaron que Woods no prestó atención a los medios sociales. La página oficial del golfista en Facebook tiene más de 1,3 millones de fans; sin embargo, hasta la fecha no hubo declaración oficial sobre el escándalo.

Por su parte, el experto en PR argentino Bernardo Ballero, de la consultora Nueva Comunicación y vocero del tenista David Nalbandian, juzgó la situación de manera diferente. Previa aclaración de que los hechos públicos (léase lo que sale en los medios) nunca son suficientes para opinar y que el entorno cultural norteamericano poco tiene que ver con el local, Ballero fue conciso: “Su vida personal y su vida deportiva van por caminos separados. Woods no consiguió sus sponsors por ser un excelente esposo y padre, sino por pegarle a la pelotita de golf como nadie en la historia de ese deporte”, explicó. Según el consultor de Nueva, Tiger “tiene que resolver sus asuntos personales en privado y luego volver a los campos de golf, donde con éxitos deportivos podrá reconquistar a sus anunciantes y dejar atrás el trago amargo”.

El “Rey David” Nalbandian había acudido a la consultora luego de diversos encontronazos con periodistas debido a su carácter irritable.