Mientras el gobierno del presidente Alberto Fernández no pudo explicar claramente aún por qué decidió rechazar -por ahora- las vacunas contra el COVID de Pfizer y otros sueros de Estados Unidos, sus cálculos comunicacionales están cada vez más enfocados en un momento clave que llegará indefectiblemente en pocas semanas: los 100 mil muertos por el virus.
Ese hito llegará justo para el arranque de la campaña electoral de cara a las legislativas 2021, y -Dios quiera que no- pero probablemente también coincidirá con la circulación de la temida variante Delta que podría ser particularmente devastadora en un país con una campaña de vacunación insuficiente.
Los diarios en Estados Unidos, país que llegó a los 100.000 muertos hace más de un año, son un buen anticipador de la fuerza simbólica de ese número en los medios de comunicación.
Anticipándose a que el hito tendrá un impacto mediático y político comparable y que sacudirá a la opinión pública en pleno arranque de la campaña electoral de caras a las legislativas 2021, distintas iniciativas del gobierno de estos días muestran claramente que el Presidente y su equipo busca desde Presidencia organizaron un casi sorpresivo homenaje en el Centro Cultural Kirchner que fue transmitido por cadena nacional.
Para la mayoría de los analistas fue casi un acto sorpresa, porque no se anunció profusamente con anterioridad y se realizó en un momento de poca audiencia de TV y radio: un domingo al mediodía.
¿Estaba atrás la idea de realizar el trámite con perfil bajo, pero tener un argumento posterior para cubrirse con algo así como “nosotros también nos entristecemos, así que no somos los culpables”?
Es probable que la motivación del acto – de destacable estética y que contó con la presencia del jefe de gobierno porteño, sacerdotes de todas las religiones y actos musicales muy cuidados- sea la misma que el “cepo a los turistas” que fueron sorprendidos con la noticia de que solo podrán volver de a 600 por día: desviar la responsabilidad de los desmanejos de la pandemia por parte del gobierno.
Lo mismo vale para el sorprendente e intempestivo anuncio de la vicepresidenta Cristina Kirchner de anunciar o amenazar con una confusa intervención en la salud privada. Y de esa estrategia viene el bestial “cepo” al regreso de los argentinos en el exterior, que quedan semanas varados y librados a su suerte porque así, supuestamente, se evita el arribo de la variante Delta. Es la misma estrategia detrás de “Precios Cuidados”: la triangulación simbólica es un método para desviar la carga, la responsabilidad o la culpa. Se trata de desviar la culpa hacia terceros de los síntomas, para no tener que asumir la responsabilidad por las causas.
En el ejemplo de Precios Cuidados, el mensaje es “nosotros no tenemos la culpa de la inflación, son las empresas y los comerciantes los que te suben los precios. Nosotros hacemos lo que podemos para cuidarte”.
En el caso del “cepo” a los turistas que viajaron al exterior es similar a la estrategia de culpar a la ciudad de Buenos Aires por el aumento de contagios en el conurbano, que por su miseria es incontrolable. “Los turistas adinerados se van a vacunar y nos traen de vuelta la variante de la India”.
En el caso de la estatización o intervención en la salud privada, la idea es (además de la caja y los negocios que vienen con ella): “en la pandemia quedó claro que el sistema de salud fracasó, no fue el gobierno. Por el contrario, con la estatización lo vamos a solucionar”.
A esta altura al gobierno le queda claro que 60 mil de los 100 mil fallecieron desde el 1 de enero de este año. No es un dato menor: en enero ya había vacunas. Pfizer había ofrecido entregar 13 millones de dosis a partir de enero. El empresario Eduardo Eurnekian acordó en mayo la provisión para la Argentina de la vacuna de Moderna, también de Estados Unidos y producida con el mismo principio de la de Pfizer: las dos son las que se probaron más efectivas del mundo y fueron directamente rechazadas por el gobierno argentino. La vacuna de Janssen, monodosis y pensada para el Tercer Mundo, no obtuvo aprobación del ente de medicamentos ANMAT.
El gobierno de Estados Unidos está donando millones de dosis a todos los países de la región, pero la Argentina no quiere saber nada con vacunas de Estados Unidos. Ni siquiera acepta la de Pfizer para menores de edad con comorbilidades a modo humanitario. Detrás hay cuestiones meramente ideológicas y geopolíticas, pero también un dato clave: ninguno de los tres proveedores estadounidenses acepta ningún esquema por el cual funcionarios -o mejor dicho sus empresas amigas- puedan participar del negocio.
A esto se suma la lenta campaña de aplicación de las vacunas, que permite generar un stock importante para liberar ante los dos hitos electorales (septiembre y noviembre) pero también sabe el gobierno que las vacunas se estoquean a costa de muchas vidas de argentinos.
Este empecinamiento geopolítico, ideológico y de simples negocios tiene una consecuencia, y el gobierno lo sabe: más muertes y enfermos graves que hubiesen sido evitables.
La oposición hoy está absorta con sus internas y peleas de poder por lo que desapareció del debate político público, pero haber sumado las vacunas disponibles de los Estados Unidos, como la de Pfizer, podría bajar las muertes actuales de más de 500 por día a casi ninguno, como estima el infectólogo Carlos Kambourian. En algún momento la oposición empezará a hacer su trabajo y confrontará al gobierno con estos datos en los medios. En algún momento en las próximas semanas arrancará la campaña electoral.
En este contexto, el gobierno del presidente Alberto Fernández sorprendió con una medida interesante para anticiparse, y organizó un homenaje a las víctimas del COVID con grupos musicales y una estética muy cuidada. La idea provino del vocero y factotum de comunicación de su gobierno, Juan Pablo Biondi, y la realización estuvo a cargo del ministro de Cultura, Tristán Bauer. Incluso el presidente sostuvo un discurso moderado y sin diatribas a la oposición, como es su costumbre
La idea de fondo: cuando llegue la campaña, y la oposición denuncie al gobierno por la deficiente campaña de vacunación y la gran cantidad de muertes (la Argentina tiene una de las tasas de decesos por COVID más altas del mundo por millón de habitantes), el acto servirá como defensa y muestra de empatía: una forma inteligente de anticiparse a la agenda mediática de los “100 mil muertos”.
De todos modos, los integrantes del mercado de PR fueron muy críticos de la movida, lo que se desarrolla en la nota siguiente.