“Ejemplo para cursos de crisis management de qué no hay que hacer”: el comunicado de la Trinidad por la muerte de Pérez Volpin

La gestión de la comunicación de la clínica Trinidad fue tan deficiente que agravó la crisis a raíz de la muerte de la periodista electa legisladora porteña Débora Pérez Volpin en lo que se sospecha un grave caso de mala praxis. A esa conclusión llegan los profesionales de la comunicación que evaluaron el crisis management de la clínica en una encuesta para este servicio.

Para el 42% de los profesionales del sector de las relaciones públicas en la Argentina, la comunicación del famoso sanatorio del elegante barrio de Palermo agravó la crisis, y eso es lo peor que puede aportar la gestión de la comunicación en una situación grave, como lo fue el caso de la muerte de la popular periodista del grupo Clarín que hacía apenas meses había saltado con gran ruido mediático a la política de la mano del economista Martín Lousteau.

El 27% de los profesionales sostiene que la comunicación de la clínica fue mala, en tanto que el 23% cree que fue insuficiente. Apenas el 7% opinó que le pareció adecuada.

La encuesta fue respondida por 60 profesionales de un panel de unos 400 directivos de PR empresarios y de consultoras de comunicación de todo el país.

 

La mayoría de los consultores y ejecutivos de comunicación de empresas sostiene que el daño que sufrió la clínica por la crisis y la mala gestión de su comunicación es “muy grave”. Por otra parte, el 45% cree que el daño a su reputación es “controlable”, a pesar de su gravedad.

De hecho, el 62% cree que la clínica “tardará bastante en recuperar su reputación luego de esta crisis”, mientras que apenas el 10% cree que la clínica difícilmente pueda recuperar su reputación.

Sin embargo, el 25% sostiene que la clínica no tardará mucho en recuperar su reputación luego de esta crisis siempre y cuando tenga un buen asesoramiento en comunicación.

Luego de la impactante noticia de la inesperada muerte de la periodista que despertaba a la mañana a buena parte de la audiencia televisiva desde hacía años, a la clínica no se le ocurrió mejor idea que emitir un frío comunicado en el que, sin la firma de un profesional, se daba a conocer la muerte e indirectamente se culpaba de su deceso a un supuesto grave estado de salud que hasta el momento se desconocía y sobre el que no había siquiera historia clínica.

Evidentemente en la clínica nadie se puso a pensar que los medios y especialmente sus ex patrones y colegas del grupo Clarín irían a investigar minuciosamente qué pasó durante la endoscopia en la que murió la periodista de 50 años.

Las acciones de la clínica permanentemente despertaron sospechas: desde que la anestesista fue inmediatamente a la justicia a presentar un descargo, hasta que el endoscopista desapareció misteriosamente de las redes sociales. Para peor, luego de conocerse los resultados de la autopsia, los medios publicaron fuertes sospechas de que desde la clínica se destruyeron imágenes y pruebas de que la muerte de la periodista se debió a mala praxis por parte del equipo de endoscopistas y que, además, el sanatorio destruyó evidencia y podría haber cambiado el aparato con el que se habría hecho el estudio.

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