La agencia de PR de Uber en Argentina, Edelman, dice que la empresa no hablará de comunicación, y su gerente regional de PR, la ex Google Soledad Lago Rodríguez, directamente dice que “el desembarco de Uber es inminente”, aunque en realidad, además de haber contratado consultora, ya comenzó a reclutar choferes. El desembarco “comunicacional” ya se produjo. Pero esta declaración es parte de la sorprendente estrategia de PR de la polémica App que conecte choferes con pasajeros.
La estrategia de PR es sorprendente y apunta a lo opuesto de las empresas que buscan controlar todos sus mensajes y mantener casi siempre los conflictos en el perfil más bajo posible: “Ellos hacen ruido con su llegada y saben que van a tener problemas”, explica Alberto Arébalos, ex director regional de comunicación de Google y Facebook y uno de los máximos expertos en redes sociales de la región.
“Lo que esperan en Uber es que la gente pelee por ellos, y que la presión de la opinión pública obligue a los gobiernos a dejarlos operar. Por debajo sus choferes pagan menos seguros que los profesionales, tienen menos costos y compiten con los taxistas”, explica Arébalos, un argentino que vive en la zona de Miami y que fue, en Google, jefe de Lago Rodríguez, la jefa regional de PR de la App.
“Acá, en el condado de Broward, tuvieron que modificar algunas cosas, porque si no, no los dejaban trabajar, y estoy hablando de Estados Unidos, uno de los países más desregulados del mundo”, explica Arébalos.
No se conoce en la historia de la PR una empresa cuya estrategia de comunicación sea, justamente, generar una crisis voluntariamente, antes de instalarse. Como resultado: antes de que comience a funcionar formalmente, todo el mundo -no solo los fans de la tecnología y los hiperinformados- saben qué es Uber, y muchos creen que les conviene que pueda operar para ahorrar dinero en transporte.
Así, la “App” para conseguir remises a bajo costo desde el smartphone hace todo lo contrario en comunicación que todas las empresas: Busca generar una crisis, en lugar de escaparle como al diablo, y busca que el público presione a las autoridades para defenderse del lobbying poderoso y a veces violento de los sindicatos de taxistas, en lugar de contratar un ejército de lobbyistas. Una vez torcido el brazo de las autoridades ante el clamor de consumidores que piden su derecho a viajar más barato, Uber se sienta a negociar las condiciones para poder operar.
Ya está activa en cientos de ciudades. Solo fue literalmente expulsada de Paris por un sindicato de taxistas tan violento como el de Argentina. De hecho, cuando la semana pasada Uber inició el primer reclutamiento en Buenos Aires, donde contabilizó más de 5,000 aspirantes, los taxistas se organizaron para tirar piedras al hotel en el que convocaban al “casting”.
Sin embargo, las probabilidades de encontrar el resquicio legal para poder operar en Argentina son bastante altas, en tanto logren inscribirse como “remisería”, que es un sistema aceptado hace años y tiene menos requisitos que los sindicalizados taxistas.
Por ahora, el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se manifestó inicialmente a favor de los taxistas, un gremio muy poderoso en la capital argentina y con mucha influencia política. Pero el lobbying de grassroots (la opinión pública) puede ser mucho más fuerte.
Se verá si en Buenos Aires se impone Uber, como en otros cientos de ciudades, o si la presión de los taxistas, como en París, les bloquea el desembarco.
Continuará…