Por Diego Dillenberger
Juan Carlos “Juanqui” Lynch podría explicarles a sus clientes de la consultora Newlink mejor que nunca qué hacer cuando se meten en una de esas inesperadas crisis digitales y todo lo que hay que hacer para evitarlas.
El consultor y coleccionista de arte fue nombrado el viernes de la semana pasada presidente de la prestigiosa feria argentina de arte ArteBA, y ya el lunes presentó la renuncia luego de que un “colectivo” de artistas feministas lo acusara por las redes sociales de machista, misógino y gordofóbico por repostear chistes en las redes sociales.
El origen de la crisis hizo recordar a varios integrantes de la comunidad argentina de consultores de PR el drama de imagen que hirió gravemente a Personally, la agencia que hoy sigue dirigiendo Marcelo Altuna, luego de que algunas ex empleadas afirmaran en Facebook que las acosaba y abusaba de su poder o directamente las humillaba en público cuando no aprobaba su trabajo.
La crisis de Personally había empezado un “8M” tres años atrás con una ex empleada que decidió ventilar que habría sido acosada por su ex jefe en Personally y siguió con no menos de media docena de pasantes y ex empleadas que se sumaron en la red.
Aunque ninguna de ellas fue a la justicia para denunciar nada en concreto, la tormenta en el vaso de agua que se armó en Facebook fue suficiente para que la mayor parte de los clientes se marchara, y la socia y fundadora, Alicia von der Wettern, terminara rompiendo su sociedad con Altuna.
El consultor sigue hoy al frente de una firma muy reducida en comparación con la que fuera una de las pioneras y top del mercado argentino de las PR.
Pero la crisis de Personally se convirtió en “crisis” cuando la historia pasó de las redes sociales a los medios tradicionales. Lo mismo le sucedió a Lynch, ya que las críticas a su nombramiento se ventilaron en los principales medios periodísticos de la Argentina, como Clarín, Infobae y La Nación: el miércoles llegó a la tapa de Clarín, y un “viejo” adagio de la era de las crisis de las redes sociales dice que “las crisis en las redes sociales son crisis cuando llegan a la tapa de Clarín”.
Lynch había sido invitado al board de ArteBA por uno de sus ex presidentes, Alec Oxenford, con el fin de asumir la vacante que dejó la ex presidenta Amalia Amoedo y para mediar entre los diversos grupos enemistados. Evidentemente fracasó en esa “misión imposible”, dadas las fuertes internas de la institución.
Las críticas del colectivo de artistas feministas Nosotras Proponemos, que denunció un “alto nivel de sexismo, misoginia, racismo y gordofobia” se basan en un par de reposteos de Instagram de Lynch de años atrás de chistes verdes y bromas que en ese momento no eran considerados ofensivos o por lo menos eran socialmente más aceptados. Hoy las mujeres enojadas con el consultor tildaron sus posteos de “nivel de grosería impensable”.
La primera reacción de Lynch fue dar de baja su cuenta @juanclynch y abrir una nueva, @juanquilynch.
El consultor intentó disipar las críticas, aunque a la vez hizo realidad el dicho de “en casa de herrero, cuchillo de palo”: “mi designación como presidente de @arteBA me ha generado una enorme e inesperada sobreexposición, que me halaga y espero honrar, pero que me obliga a ser muy cuidadoso. Hay posteos que tienen que ver con temas personales y con mi familia y que es innecesario hacer públicos. Hay posteos que tienen sentido y contexto en un perfil personal de alguien sin compromisos y exposición pública, pero que ahora en este nuevo contexto pueden malinterpretarse e incluso resultar ofensivos”.
Uno de los aciertos de la defensa de Lynch es haber tenido preparado el comunicado con sus “quotes”, lo que le garantizó que los periodistas que cubrieron el tema se mantuvieran dentro del marco que les fijaba el texto al citarlo. El comunicado, una herramienta bien 1.0, está sin duda tan vigente como siempre.
En ese comunicado intentó aclarar que “fueron publicaciones sobre noticias o posteos de terceros que, en otros momentos y en otro contexto parecían bromas e ironías, pero que no debí haber publicado porque no reflejan mi forma de ver el mundo y porque han ofendido a algunas personas”.
“Como padre de 4 hijas mujeres, creo firmemente en la necesidad de terminar con años de postergación y discriminación en contra de las mujeres. Creo que hay que combatir su cosificación. Creo que hay que prevenir y combatir la violencia contra las mujeres”, agregó el todavía presidente de arteBA, que además integra el comité ejecutivo del Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba) y la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.
Luego Lynch -que dio sobradas muestras de congeniar con los defensores de derechos humanos en el pasado- apostó a un manejo de crisis más moderno y con una buena dosis de autocrítica en el comunicado: “La decisión de convertir en privado mi perfil personal en Instagram y de borrar aquellos posteos que resultaron ofensivos es una manera de reconocer el error. También creo que es importante disculparse con todos aquellos que se hayan podido sentir ofendidos, cosa que pienso hacer personalmente”.
“La tarea que arteBA tiene por delante es enorme -concluyó-. Se trata nada menos que de imaginarnos el futuro luego de una crisis enorme, que por primera vez en 30 años nos impidió hacer la feria. Y en esta tarea es importante no sólo sumar miradas de otros ámbitos para poder abordar este tema con un enfoque multidisciplinario, sino además y fundamentalmente lograr abrir espacios de diálogo, entender al otro y lograr consensos que permitan que todos los actores de la escena del arte argentino contemporáneo puedan finalmente trabajar juntos”.
Lynch, que al día siguiente de ese comunicado decidió renunciar, había asumido invitado al board de la feria de arte más importante de la Argentina para reemplazar a la recientemente renunciada Amoedo, nieta de la difunta millonaria cementera Amalia Lacroze de Fortabat. Fuentes cercanas a ArteBA aseguran que Amoedo renunció en medio de las mencionadas internas en la feria de arte y que fue una de las fogoneras de la crisis que llevó a Lynch a seguir sus pasos.
Hoy “Juanqui” podría ser para sus clientes -hasta ahora no se tuvo conocimiento de ninguno que se hubiera sentido molesto por la crisis de su asesor de comunicación- un ejemplo viviente de que los perfiles en las redes sociales no son privados, y que si alguien creía que podían serlo o que opiniones pasadas no afectan la imagen presente, podrían preguntarle al presidente argentino, Alberto Fernández, a quien aún hoy le recuerdan sus tuiteos sumamente críticos de la vicepresidenta Kirchner -hoy su jefa política- así como respuestas agresivas a tuiteros que lo criticaban a él.
Vale para el Presidente, para Lynch y cualquier cliente: de cualquier cosa que hagamos hoy en las redes sociales, el día de mañana nos podemos arrepentir. Las redes no respetan siquiera el principio de que lo que fue válido en su momento no puede ser juzgado hoy por una ley que no existía entonces.