En el reciente escándalo en el Ministerio de Energía de la Argentina que terminó con la renuncia del secretario José Luis Sureda, además de plantearse una crisis de autoridad para el ministro Juan José Aranguren, se desató un debate de principios en el mundo de las PR en torno a cuán coordinada debe estar la comunicación oficial: una suerte de dilema entre “estalinismo de prensa” o “libertad democrática de comunicación”.
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