La oposición venezolana lo vive como una traición: luego de que el presidente argentino, Mauricio Macri, se presentara firme en los primeros días de gobierno ante las violaciones a los derechos humanos por parte del régimen de Nicolás Maduro, la canciller, Susana Malcorra, obligó a aplazar un intento en la OEA de sancionarlo aplicándole la “Cláusula Democrática” de ese organismo –liderado nada menos que por Luis Almagro, el ex canciller del izquierdista José Mujica.

Sin embargo, un interesante análisis de la novel publicación Informe Calíbar, sostiene que la estrategia de “traicionar” la promesa inicial de Macri de pelear por los derechos humanos y la democracia en Venezuela perseguiría un valioso fin de PR para el país. El informe –considerado hoy uno de los mejor informados de la Argentina- sostiene que el windfall profit o provecho colateral asociado a la candidatura de Susana Malcorra a reemplazar al coreano Ban Ki-moon al frente de la ONU sería mucho más importante en términos de imagen-país que mostrarse firmes en sus convicciones frente a Venezuela.

“El presidente Macri considera que esta carrera de Malcorra –ex mano derecha de Ban Ki-moon- permitirá exponer la nueva Argentina que su gobierno representa, algo así como un plan de comunicación internacional basado en la candidatura de su canciller. Gane o pierda Malcorra, Macri cree que gana el gobierno y que la campaña servirá para mostrar un nuevo país, por lo menos en los medios de comunicación y entre los demás gobiernos, y para atraer inversiones”, explica el informe citando fuentes muy cercanas a Macri.

El Informe Calíbar, El Gaucho Rastreador (tal el curioso nombre completo del influyente newsletter) está editado por Mateo Goretti, asesor de comunicación de PRO y miembro de la consultora Nueva Comunicación. Goretti también es considerado uno de los mayores expertos de Argentina en public affairs y crisis management.

La publicación sostiene –citando altas fuentes del gobierno- que “es por ello que a Macri no le preocupó modificar su política hacia Venezuela. Para el Presidente el mencionado cambio de posición no tendrá impacto en la opinión pública, y este tema sólo genera interés en el círculo rojo”.

Cabe recordar que el venezolano Maduro calificó la votación en la OEA, fracasada por el cambio de postura argentino, como un gran triunfo propio y lo vendió internamente como un espaldarazo internacional, pese a no haber soltado un solo preso político ni iniciar ningún tipo de diálogo con una oposición con mayoría absoluta en el parlamento que aspira a revocarlo por el bien de millones de venezolanos hambreados por el chavismo y para restablecer el estado de derecho en ese país. Por lo tanto el giro en U de Malcorra no resulta muy fácil de digerir.

Pero las fuentes de Calíbar sostienen que “para los intereses del país resulta más redituable apostar por el éxito de la campaña de Malcorra que por los derechos humanos en Venezuela”, y que en ese sentido también hay que entender la moderación en la política confrontacionista con el Reino Unido por la disputa de Malvinas, ya que Malcorra apuesta a un “milagroso” voto positivo de Gran Bretaña.

“En las circunstancias en que nos encontramos, Macri prefiere que lleguen inversiones inglesas más que pelearse con ese país por las islas”, afirmó una fuente citada por el prestigioso análisis.

¿No sería mejor mostrarse más enfático en la defensa de la democracia, la libertad y los derechos humanos en Venezuela, tal como lo prometió inicialmente Macri y así reforzar la reconstrucción de los vínculos del país con el mundo democrático y pro-capitalista?

“Los países, antes que principios, defienden intereses. Eso es realpolitik, y hoy la Argentina logra mejorar su imagen global mejor y más rápido con la candidatura a la ONU de Malcorra, aunque no gane, que manteniendo principios férreos”, explicó al Update de Revista Imagen Mateo Goretti, el editor del Informe Calíbar.

La movida de Malcorra se inscribe en el marco de una ofensiva general de diplomacia pública –esa disciplina de la diplomacia que se ocupa de la comunicación de países hacia la opinión pública y líderes de opinión en el exterior- que arrancó con la creación del primer cargo específico en la historia de la cancillería argentina, con Tomás Kroyer a la cabeza, ex encargado de Relaciones Internacionales de la ciudad de Buenos Aires.