Cada tanto pasa algo terrible que sacude negativamente al mundo de las PR. En 1954, Edward Bernays, uno de los padres de la disciplina de las PR, fue determinante en el golpe de estado que derrocó a Jacobo Arbenz en Guatemala a pedido de la United Fruit. Además de contribuir a derrocar a un gobierno democrático, instaló en el mundo empresario y en gobiernos la idea del poder oculto -y eventualmente maléfico- de las relaciones públicas. El sector apenas nacía.
En 1992, la consultora Hill & Knwolton fue el factor clave en llevar a Estados Unidos a la Guerra del Golfo contra Irak para liberar Kuwait. Un total 32 países -entre ellos la Argentina- acompañaron a Estados Unidos en una alianza más grande que la que luchó contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Un año más tarde, los medios se enteraron de que detrás hubo una verdadera operación de “fake news” para convencer al Congreso y la opinión pública norteamericana de entrar en la guerra y su autor había sido la consultora Hill & Knowlton, hoy H+K Strategies.
Hill & Knowlton era por entonces la mayor consultora de PR del mundo, y cobró de una ONG patrocinada por el gobierno de Kuwait en el exilio más de 10 millones de dólares: lo que en aquel entonces costaba una campaña electoral presidencial en Estados Unidos.
El holding WPP decidió que la marca no debía morir, a pesar de que se había producido un éxodo masivo de cuentas y debió llamar al prestigioso Howard Paster para recuperar su reputación.
Un documental de TV de la cadena canadiense CBC de 1992 da cuenta del “detrás de escena” de cómo Hill & Knowlton “vendió” esa guerra.
En 2017, la consultora británica Bell Pottinger estuvo a punto de desatar una guerra civil en Sudáfrica por intentar tapar la corrupción entre el presidente Jacob Zuma y el emporio económico del clan Gupta.
La agencia de PR se fue a la quiebra, y el expresidente Zuma tuvo que renunciar y terminó preso semanas atrás. Pero el escándalo recordó al mundo nuevamente el poder que tienen las PR para hacer el mal o el bien, dependiendo de cómo se las use.
Sobre el golpe de Estado en Guatemala y el rol de las PR, Mario Vargas Llosa escribió su última novela, Tiempos Recios, publicada en 2019. Muy recomendable.
Ahora Influence, un documental arroja luz sobre las andanzas de una de las agencias más controvertidas de la historia de la consultoría en PR: Bell Pottinger, responsable por llevar a Sudáfrica al borde de una guerra civil despertando el odio de la población negra contra los blancos simplemente para desviar la atención sobre las crecientes denuncias de corrupción y amiguismo entre el presidente y el grupo Gupta, que la contrataba.
El slogan del film lo dice todo: “La información es un arma”.
¿Servirá como oportunidad para mostrar nuevamente el poder de las PR, o dejará al sector entero mal parado?
Por ahora el documental no es accesible al público en el continente americano, y solo es visible en Gran Bretaña y África. Dirigida y guionada por Richard Poplak y Diana Neille, fue laureada en el último Festival de Sundance y cuenta, nada menos, que con la propia “actuación” de Lord Tim Bell, el fundador de Bell Pottinger.
Cuenta la historia de una consultora considerada “nacida y criada” para hacer trabajos sucios y todo terreno:
Se hizo conocida en el mercado internacional por ser la agencia de Margaret Thatcher que, con su trabajo de PR sobre la opinión pública, ayudó a la conservadora a implantar sus exitosas reformas económicas estructurales.
Trabajó para la CIA, que le pagó más de 500 millones de dólares entre 2004 y 2011. Fue la principal agencia que trabajó la opinión pública de George W. Bush hijo en el tema de la segunda guerra contra Irak que depuso al dictador Saddam Hussein con argumentos dudosos de que el régimen iraquí estaba desarrollando “armas de destrucción masiva”.
En los 30 años de su existencia, la agencia de Tim Bell buscó pulir la imagen de los peores dictradores, como el bielorruso Lukashenko, el chileno Augusto Pinochet, de los regímenes más opresivos, como Bahrain y Egipto, y personalidades complicadas, como el atleta sudafricano Oscar Pistorius, acusado de asesinar a su esposa.
El contrato que significó el final para Bell Pottinger fue el del holding de los hermanos Gupta, que financiaron el ascenso de Zuma al poder y obtuvieron del presidente sudafricano contratos y negocios en minería, servicios públicos, transporte, armamentos y todo cuanto negocio se pudiera hacer con el estado.
Cualquier parecido con el esquema de “capitalismo de amigos” latinoamericano y -particularmente- argentino, no es mera casualidad.
Cuando los medios y las redes sociales empezaron a poner el foco en los negocios de los Gupta con el gobierno de Zuma, la misión de Bell Pottinger era crear una “cortina de humo” para distraer a la opinión pública y tratar de desviar la carga de los negocios entre la familia de origen indio y el presidente negro hacia “los pobres” o la injusticia social. Nuevamente: un mecanismo muy clásico del populismo de negocios.
Pero lo único que logró la consultora es colocarse en el foco de los medios que mostraban cómo estaba haciendo explotar un verdadero polvorín racial en un país que, justamente, sobrevivió pacíficamente al apartheid gracias a Nelson Mandela, del mismo partido de Zuma.
La idea era demonizar a los críticos de los negociados de Zuma con los Gupta como “el monopolio del capital blanco”.
Finalmente, las protestas contra Bell Pottinger no solo arreciaron en Sudáfrica, sino también en Londres, donde tiene su sede.
Bell Pottinger quebró, Bell y su consultora fueron expulsados del Consejo de PR británico, dejó a Sudáfrica mucho más pobre y enfrentada y le hizo daño a las posibilidades de debatir seriamente reformas económicas estructurales que el país africano precisa urgente.
Se calcula que las relaciones raciales en un país complicado por ese tema se retrotrajeron décadas.
¿Será una oportunidad para mostrar el poder de las PR o un argumento para desprestigiarlas?
En este site se puede ver el trailer y esperar que el film sea liberado en otros mercados.
La información es un arma, como dice el marketing del documental. Las armas sirven para atacar y también para defender.