El presidente Alberto Fernández anunciando que la Argentina tendrá la vacuna de Oxford-AstraZeneca: de fin de año a marzo/abril, ¿y ahora?

“Apéguese a la ciencia” y no nos corra con presiones políticas para tener la vacuna antes de las elecciones en USA, el próximo noviembre, dice el subtexto de un inédito comunicado conjunto de los CEOs de los gigantes farmacéuticos AstraZeneca, BioNTech, GlaxoSmithKline, Moderna, Novavax, Pfizer, Sanofi, Johnson & Johnson y Merck dirigido indirectamente al presidente norteamericano Donald Trump: no es un tipo de comunicación conjunta sectorial normal para Estados Unidos, pero la presión a la que está sometido el sector farma por Trump -y por la opinión pública mundial- tampoco es normal.

Estos laboratorios se ven presionados no solo por el presidente norteamericano, sino también por la opinión pública mundial después de que se generaran fuertes expectativas de que las primeras vacunas estarían aprobadas antes de fin de año para que este sea el primero y el último de la pandemia de coronavirus.

Para algunos observadores es también una forma de bajar las expectativas generadas en todo el mundo de que sería inminente la disponibilidad de una vacuna efectiva. El duro comunicado, insólito por su tono contra el presidente de la primera potencia y más parecido a los comunicados de empresas asediadas por gobiernos antiempresarios, como el argentino, sale al mismo tiempo que se conoció la mala noticia de que AstraZeneca suspende sus testeos con la vacuna que prometía ser la primera en inmunizar contra el virus, a raíz de un percance en un voluntario. 

El inédito comunicado de los CEOs es un balde de agua fría no solo a Trump, sino también para otros líderes políticos, como el presidente argentino Alberto Fernández, que, acompañado por el empresario farmacéutico argentino Hugo Sigman, licenciatario regional de AstraZeneca, prometió inicialmente la vacuna para antes de fin de año.

Pero el caso de Trump, muy castigado en las encuestas por su deficiente manejo de la epidemia en Estados Unidos, es notorio, ya que sus estrategos de campaña suponen que contará con alguna vacuna aprobada antes de las elecciones del 3 de noviembre que mejore el humor social y la alicaída imagen del mandatario estadounidense.

Los CEOS de los grandes laboratorios que están investigando una posible vacuna contra el coronavirus que termine la pandemia enfatizan que priorizan el bienestar de los individuos vacunados y que adhieren a los estándares más altos de rigor científico y ético en relación con los testeos y los procesos de fabricación.

Los CEOS de las multis farmacéuticas afirman que su compromiso “asegura la confianza en el proceso científico y regulatorio” con el que están siendo evaluadas las diversas vacunas.

Este comunicado también debe vincularse al polémico anuncio del director de la prestigiosa FDA, el órgano de control de medicamentos de Estados Unidos, de que renunciaría si llega al mercado una vacuna sin aprobación.

Un mes atrás, Trump, fiel a su estilo, prometió que “en octubre” estaría disponible una vacuna “muy segura y efectiva”.