Adieu Danone: cómo ayudar con comunicación en una retirada de empresas

Por Diego Dillenberger

Buenas fuentes aseguran que el equipo de Danone estaba esperando una tormenta telefónica con llamados del gobierno. Pero la queja nunca existió: Danone anunció que puso en revisión sus activos en Argentina (significa que lo más probable es que termine vendiéndolos). Desde el gobierno nacional del presidente Alberto Fernández ni se preocuparon en que la noticia no trascienda o que se genere un relato más “light”.

Danone estaría abandonando la Argentina después de un cuarto de siglo: pésima noticia para un gobierno con una economía que está chocando contra un iceberg.

Esa llamada del gobierno hubiese sido un mínimo castigo en comparación con el hecho de que Diego Buranello, director regional de Asuntos Públicos de la francesa, podría quedarse sin trabajo. El experto en Asuntos Públicos se había pasado a Danone hace apenas cuatro meses, dejando su cómodo cargo en la petrolera YPF, en la que estuvo ocho años.

Buranello es un politólogo con un notable currículum y gran recorrido en las PR y Public Affairs: además de la petrolera, tiene el fogueo de la agencia de PR Burson-Marsteller y años de trabajar desde la comunicación para gobiernos y políticos peronistas. Por eso es entendible su sorpresa: sabe que son bastante celosos por cómo controlar los mensajes a los medios. 

Pero si nadie en el gobierno está preocupado por hacer un control de daños por las casi cotidianas noticias de empresas y empresarios que abandonan Argentina en un clima político y económico de gran incertidumbre, ¿cuál es el desafío de las PR ante la “crisis de moda”:  la salida de empresas?

El caso de Buranello no es único: Aldo Leporati, CEO de la filial argentina de Porter Novelli, estuvo cubriendo la retirada del país de Brightstar Corporation, un ensamblador de teléfonos celulares de diversas marcas con una planta en Tierra del Fuego. Brightstar, hoy en manos estadounidenses y de un fondo japonés, le pidió a Porter Novelli que no trascienda nada hasta tanto tener cerrada su “venta” al vecino grupo fueguino Mirgor por el simbólico valor de 1 dólar. 

Tampoco desde el gobierno nacional llamaron a Leporati. “Sí se preocupó el gobierno de la isla de Tierra del Fuego porque hay 500 puestos de trabajo en juego”, destaca el consultor.

Brightstar ya es historia, y Porter tiene otros dos clientes multinacionales en proceso de retirada o cierre: una empresa alimenticia y otra del rubro farmacéutico, más otras que ya lo hicieron desde que desembarcó la nueva administración kirchnerista hace casi un año. 

Para consultoras y RR.PP., cubrir las retiradas de empresas brindándoles una cierta “pax mediática” es hoy el negocio más rentable. Solo tiene un defecto: es pan para hoy y hambre para mañana. 

Además de la previsible preocupación del gobierno de Tierra del Fuego, a Leporati le llamó la atención que recibiera llamados de medios oficialistas con la inquietud de si se trataba de una noticia “fake”. Y es comprensible. Un ensamblador de teléfonos celulares en Tierra del Fuego estaba habitualmente en el corazón del “relato” industrialista nacionalista del kirchnerismo, por más que se tratara de meras operaciones de importación maquillada. 

¿Esperaban los periodistas oficialistas alguna narrativa más piadosa provista por la empresa a pedido del gobierno? A los medios oficialistas les cuesta creer que no sea fake news, y probablemente también estén sorprendidos de que al gobierno no le preocupe montar algún tipo de narrativa distinta para suavizar la dura noticia.

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