Otra crisis vinculable es el propio escándalo que vivió la Volkswagen durante el lejano episodio del “Superlopez” en 1993. Se trataba de un alto ejecutivo de la General Motors, el vasco Ignacio López de Arriortúna, que de un día para el otro abandonó –con sus diez principales colaboradores- la empresa de Detroit para aparecer sorpresivamente en Wolfsburg sin muchas explicaciones. Una investigación judicial que llevó a Alemania y Estados Unidos a su primer enfrentamiento desde la II Guerra Mundial determinó que López había practicado espionaje industrial contra los norteamericanos y a favor de Volkswagen. Este escándalo dañó la imagen ética de Volkswagen pero no fue considerado tan grave como para afectar sus ventas o su capacidad de supervivencia.

Pero más parecido a la crisis de la manipulación de los motores Diesel es un lejano antecedente de la Ford: el caso Ford Pinto. Se trataba de un modelo económico y compacto de la automotriz norteamericana, lanzado en 1971, que presentaba un defecto grave: al ser chocado por atrás, corría un alto riesgo de incendiarse, con el consecuente riesgo de muerte para sus ocupantes.

La Ford sabía que ese defecto de diseño estaba provocando heridos y muertos entre sus clientes y ya tenía una solución para evitarlo. Sin embargo, durante una reunión de directorio, los financieros de la Ford presentaron una fría ecuación del costo de un recall masivo de millones de vehículos contra los gastos legales que estaban generando las demandas de víctimas o familiares de fallecidos. La opción “económica” de ir pagando los juicios resultó la elegida: la empresa ya tenía el cálculo estadístico exacto de cuántos de sus clientes iban a morir en un Pinto en los próximos años por no practicar el recall.

El problema para Ford surgió cuando un anónimo miembro del board, que encontró poco ética la decisión de su empresa, filtró el tema a los medios. Previsiblemente, el costo reputacional fue inmenso y llevó a parar por completo la producción de ese modelo, afectando la imagen de la empresa sensiblemente.

Pero Ford no solo sobrevivió a ese escándalo, sino que es hoy la más exitosa de las automotrices norteamericanas, a pesar de que la mancha en su imagen quedó para siempre. ¿Será esa la suerte que corra Volkswagen, o una crisis ética, como la que lo afecta, es más grave en la era de las redes sociales que en los 70?

Continuará.