McClellan,.el.ex.vocero.de.Bush, cuando.juraba.decir.la.verdad. En.su.libro.jura.que.no.decía.la verdad

Por Diego Dillenberger.-

What Happened (Qué pasó) es el libro de Scott McClellan, el ex vocero del presidente George Bush, que describe cómo era la Casa Blanca durante su gestión como Secretario de Prensa y admite que mintió a los medios sobre los argumentos para que Estados Unidos entraran en la guerra de Irak. Dice que estaba mal informado y que se dejó engañar cándidamente. También criticó a los medios de su país por no haber sido en su momento suficientemente sagaces y cuestionadores de las decisiones de Bush que él ayudaba a propagandear en los mismos medios.

Los republicanos están previsiblemente enojados, porque este texano -bushista de la primera hora- nunca mostró hasta el día que se fue ninguna clase de remordimiento por haber contribuido a engañar el público y a los medios, según admite ahora, y su arrepentimiento aparece años después, justo cuando la imagen de su ex jefe está por el piso.

Pero el libro de McClellan le está provocando también un grave daño a la imagen de la industria de las relaciones públicas de su país, a raíz de que los medios pusieron la mirada en los voceros y su ética y despertó dos debates paralelos y muy incómodos: por un lado, la lealtad y confidencialidad que debe tener un vocero aún después de haber compartido secretos y detalles inconfesables de una administración. Por el otro, se vuelve a retratar a los profesionales de la comunicación institucional como “mentirosos profesionales”, además de desleales.

El subtítulo del libro reza “Intimidades de la Casa Blanca de Bush y la cultura del engaño de Washington”. La obra, lanzada el pasado lunes, intenta explicar cómo Bush vendió la guerra de Irak a los norteamericanos mediante propaganda política sofisticada que apuntaba a manipular las fuentes de la opinión pública y a ocultar las verdaderas razones de la guerra.

Como dato curioso, el propio McClellan, que ahora dice haberse sentido engañado por la misma propaganda que él difundía, fue el que más duro atacó al primer autor de un libro que contaba las intimidades de la manipulación de Bush: Richard Clarke, ex asesor de Seguridad de la Casa Blanca. Cuando Clarke publicó su libro, en 2004, el secretario McClellan fue quien más duro lo atacó en los medios, utilizando los mismos métodos de desprestigio personal que ahora el gobierno está usando contra él.

Ahora, la PRSA, (Public Relations Society of America) debió salir a difundir que tiene férreos códigos de ética, aunque su ofensiva no está teniendo mucho resultado a la luz de la polémica de What Happened. La reacción se debió a un durísimo comentario televisivo de Andrew Cohen, el analista de temas legales del noticiero de la CBS que calificó de un plumazo a todos los RR.PP. como mentirosos profesionales y se burló de su código de ética.

“Aparentemente, una industria, cuya esencia es convencer a la gente de que un pavo, en realidad, es un águila, tiene un código que condena la mentira”, empezó el comentarista televisivo. “La PRSA dice que adhiere a los más altos estándares de exactitud y veracidad al representar los intereses de sus clientes”, siguió Cohen y mandó más dardos venenosos: “Esta cláusula me suena como si la Asociación de Ladrones de América tuviera como credo el mandamiento de no robarás”.

Para embarrarla más: “Muéstrenme a un profesional de las PR que es preciso y veraz y yo te mostraré a un profesional de las PR desempleado”, dijo sin censura.

“No se puede convencer a nadie de que una vaca lechera es un caballo de carrera sin mentir. No se puede generar una profesión basada en el engaño y después inventar reglas éticas que proclaman la honestidad y luego criticar a McClellan”, agregó.

“McClellan hizo lo que hicieron sus predecesores y lo que harán otros después” y acto seguido cometió el sacrilegio de calificar de mentirosos a los ex presidentes Thomas Jefferson, Franklin Roosevelt, John Kennedy y, no podía faltar, Richard Nixon.

Jeffrey Julin, el CEO de la PRSA, sacó un comunicado a los medios para contestarle a Cohn asegurando que todos los miembros de la mayor asociación de PR del mundo se comprometen con su código de ética y asegura que los profesionales que la integran “contrastan con la caracterización errónea y simplista que hizo”.

“Al contrario de sus afirmaciones sin fundamento, la verdad y la precisión son el pan de cada día de la profesión de las PR. En un negocio en el que el éxito depende de relaciones críticas construidas a lo largo de los años con clientes y periodistas y un público cada vez más independiente a través de la web 2.0, la credibilidad de uno es la única licencia que funciona”.

El debate está planteado, y la caída de la era Bush va a ser un duro momento para los profesionales de las PR.