Para Antonio Ambrosini hay que ganarse el lugar |
Por Antonio Ambrosini *
Desde hace tiempo se discute si la función del DirCom debe ubicarse en el overhead de la empresa, formando parte del directorio. En realidad, a pesar de la insistencia, en los hechos, ello ocurre en forma excepcional. ¿Por qué?
Simplemente porque no es necesario. Ello no significa que no es importante una dependencia directa del Dtor. Gral o CEO, que sí entiendo debe tener. Si no de la presencia en reuniones dónde los temas que se discuten no requieren necesariamente de la opinión del DirCom.
Quienes hemos asistido frecuentemente a reuniones de Directorio de grandes empresas, sabemos que la mayoría de los temas se refieren a aspectos de corte técnico/administrativo/financiero y no a cuestiones vinculadas a la imagen o la comunicación.
Parece sensato que aquellos temas -sólo aquellos- vinculados publicidad, comunicaciones o lobbyng requieran de la presencia del DirCom. De lo contrario es arrogarse la facultad de que nuestra opinión pueda cambiar la estrategia general de la compañía o influir en decisiones que responden a aspectos administrativos, de mercado o económico/financieros.
Por otra parte, la asistencia a la dirección general o al CEO se debe ganar. No se trata de una dependencia que tenga que surgir necesariamente de un organigrama estandarizado, sino de la idoneidad del DirCom, cuyo expertise y habilidades le permitan ganarse un lugar en el vértice de la compañía. Si realmente fuera imprescindible la presencia de un DirCom en el Directorio de una gran empresa (como lo es la de un director de finanzas, Recursos Humanos o Administración,) hoy no sería objeto de discusión. Sería una realidad. Si no se la ganó, sencillamente, es porque no la merece.
¿Cuál es el rol del DirCom? Para encontrar una respuesta a esta pregunta, primero debe entenderse su función. Que va más allá de proteger el branding o cuidar la reputación de los funcionarios. Se trata, básicamente, de comprender el complejo tramado social en el que se desenvuelve la empresa. Aceptar por un lado, la irrupción de un nuevo segmento social, de jóvenes audiovisuales, que viven en un contexto totalmente distinto al de los adultos. Y de interpretar, por otro, las nuevas formas de comunicación que ofrece la Web .2 y 3. Con la curiosa actitud de las nuevas generaciones que desconfían de la política tradicional y al mismo tiempo buscan nuevas formas de compromiso con la cosa pública. Si nos adecuamos, innovamos, crecemos, tampoco importa en qué posición del organigrama estemos, igualmente seremos insoportablemente necesarios.
* Consultor y catedrático de la Universidad de Palermo
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