Quizás la excepción confirme la regla: Juan José Levy, presidente del laboratorio Esme y sindicado como uno de los empresarios que más se benefició con negocios turbios entre el superministro Julio De Vido y el gobierno chavista de Venezuela, contrató a Diez Infomedia, la consultora especializada en comunicación de crisis y asuntos públicos que dirigen Roberto Starke y Miguel ángel Martínez.
Las sospechas sobre los negociados de Levy con Venezuela se desplegaron por los principales diarios (Clarín y Nación) y portales. Levy, entregado a los medios por algunos de sus hermanos despechados que ventilaban sus negocios en off the records en los medios, salió a desmentir, a través de la agencia de PR, que tuviera vínculos con De Vido, uno de los ex funcionarios K más cuestionados. Sí, en cambio, debió admitir que veía seguido a José María Olasagasti, una de sus “manos derechas”.
Objetivo de la difícil misión de PR de Infomedia: separar a Levy de De Vido y bajarle el perfil al affaire.
Contrariando esa tesis, el diario La Nación afirma que Levy “afronta una causa penal por presunto lavado y contrabando, sospechado de acumular negocios por US$ 550 millones que promovió el kirchnerismo conVenezuelay de ser un eslabón clave en la diplomacia paralela que lideró el ex ministro de PlanificaciónJulio de Vido“. Según una nota firmada por el prestigioso periodista de ese diario Hugo Alconada Mon, Levy era un importante eslabón en la “embajada paralela” de Argentina en Venezuela, a través de la cual se enriquecían funcionarios chavistas y argentinos.
Pero la regla es que los empresarios K descrean absolutamente de su necesidad de mejorar su percepción en la opinión pública para -en el largo plazo- mejorar su posición procesal. El caso más emblemático es el constructor Lázaro Báez, hoy detenido en el penal de Ezeiza por sospecha de lavado de dinero y riesgo de fuga. Lo acompañan tras las rejas su abogado y su contador.
De Báez, que pasó de cajero de banco en Santa Cruz a ser uno de los principales contratistas de obra pública, se sospecha que cobraba exorbitantes sobreprecios a las licitaciones que obtenía y, contratando los hoteles de la presidente Cristina Kirchner, devolvía parte del dinero apropiado al Estado. También se supone que sus cientos de estancias (hoy es el mayor terrateniente de la Argentina) son en la práctica de la ex presidenta.
Báez contrataba durante el kirchnerismo y mientras gozaba de la protección de un sistema judicial adicto al oficialismo, los servicios de Juan Pablo Biondi, un experimentado RR.PP. hábil en crisis de alto voltaje. Desde la caída del régimen kirchnerista, Báez dejó de contratar a Biondi.
Y no es que haya una enorme fila de consultoras de primera línea dispuesta a ayudar en comunicación a los peores empresarios K.
Buenas fuentes del mercado informan que Lázaro intentó contactar a una agencia de PR de capitales extranjeros, pero que el empresario kirchnerista, sospechoso de ser testaferro y lavador, fue rechazado.
Pabo Abiad, CEO y socio de Llorente & Cuenca, es abogado y experto en comunicación de crisis y uno de los consultores a los que los empresarios K podrían acudir, dada su expertise legal y de PR. De hecho, cuando Abiad se desempeñaba como periodista en el diario Clarín, se hizo famoso por publicar el primer libro de non fiction sobre el primer gran escándalo de corrupción de la era K: el caso Skanska, que terminó con la constructora sueca admitiendo la culpa y devolviendo los sobornos que había pagado al equipo de De Vido. Previsiblemente, la Justicia kirchnerista, a pesar de la confesión de la parte con pedido de disculpas incluido, terminó cerrando la causa “por falta de mérito”. Pronto podría reabrirse por cosa juzgada írrita.
Abiad no lo niega ni lo confirma, pero buenas fuentes afirman que algunos de estos personajes han acudido a solicitar los servicios de la filial argentina de la prestigiosa consultora multinacional de PR fundada por el español José Antonio Llorente y que se encontraron con una negativa.
“Lo que convierte a nuestro trabajo en un valor estratégico es conseguir que lo que hacen y dicen nuestros clientes tenga como correlato lo que han sido hasta ahora y, sobre todo, lo que quieren ser”, aclara tajante el abogado y ex periodista Abiad. “Somos consultores, no jueces, pero nos interesa trabajar y ligar nuestra marca solo con empresas que quieren hacer las cosas bien”, se ataja dando a entender que no trabajaría para empresarios sospechados de haber hecho negocios turbios en la era K.
Hoy Báez confía su comunicación en Diego Navarro, periodista que administra su pequeño multimedios en la provincia de Santa Cruz, en torno al diario Prensa Libre. Según el Canal 13, Navarro habría recibido varios fajos de dólares de manos de Báez instantes antes de ser detenido por la policía cuando bajaba de su jet en el aeropuerto de San Fernando, en abril. Con ese dinero estaría manteniendo la operación mediática en Santa Cruz, y oficia de vocero informal y contacto de medios. Pero no se le conoce una estrategia pensada para alivianar la carga de la opinión pública contra Báez.
Una reciente entrevista de Báez, desde la cárcel, con el periodista Luis Gasulla, se hizo sin el conocimiento de Navarro. Fuentes cercanas a la empresa aseguran que “lo que menos hay es una estrategia de comunicación”.
Otro de los detenidos es el ex secretario de Obras Públicas y mano derecha de De Vido, José López, cuya historia dio la vuelta al mundo arrojando millones de dólares por la tapia de un convento. La estrategia de usar como vocera a una “abogada hot” solo le sirvió a la bella profesional del derecho y la bailanta para relanzar su carrera mediática. La imagen de López está en manos de los medios de comunicación y los humoristas.
Pero el caso más notable es el de Cristóbal López, el otrora más poderoso de los empresarios K, también conocido como Zar del Juego, cuya estrategia de PR original consistía en compararse con su colega Lázaro Báez -que fue ungido empresario de la construcción el día que Néstor Kirchner asumió como presidente de la Nación. “Lázaro nunca fue empresario, Cristóbal, en cambio, nació empresario”, era el leit motiv de la comunicación de Cristóbal y su Grupo Indalo, que alguna vez estuvo bajo la batuta de Nueva Comunicación, la consultora de César Mansilla.
Hoy, luego de revelarse que sus empresas y sus voraces adquisiciones de medios de comunicación se sostenían solo gracias a que el gobierno kirchnerista le permitía evadir miles de millones en impuestos y lo financiaba con una monumental pauta publicitaria, su imagen pública no se diferencia demasiado de la del ex cajero Báez.
Sin embargo, Cristóbal López se desvinculó de su “dircom”, Esteban del Pino, y de su número dos, Diego Mones Cazón, que partió semanas atrás.
Al frente de la comunicación de López, hoy con las empresas embargadas y pagando sueldos de su bolsillo, está Carlos Infante, el director del canal C5N, el español Paco Mármol, y la ex Nueva Comunicación Silvia Gayoso.
Pero el “imperio” petrolero, del juego y mediático más grande que conoció la Argentina está a punto de caer sin que Cristóbal haya dejado una bonanza en el mercado de las PR. La falta de criterio de López es tal, que intentó negociar con el presidente Mauricio Macri no bien triunfó en el ballotage del 22 de noviembre, mientras su canal de cable informaba que había perdido, y que había ganado su rival, Daniel Scioli. Hoy confía la defensa de su imagen en la -previsiblemente baja- credibilidad de esos medios.
Fuentes del sector sostienen que el actual CEO y supuesto accionista del canal C5N, Fabián de Sousa, de quien López busca separarse para no enemistarse aún más con el gobierno actual, sería el verdadero testaferro de Cristina Kirchner y su defensa a ultranza del kirchnerismo no estaría ayudando a López en lo más mínimo.
Las fuentes sostienen que Cristóbal trata de vender los medios que alguna vez le compró compulsivamente a Daniel Hadad a quien sea (capitales chinos, la Turner) ya que solo son sostenibles con enormes pautas publicitarias de gobierno y con licencia de evadir impuestos. En un entorno competitivo normal y con la alta carga impositiva argentina son inviables.
¿Cómo puede ser que estos empresarios hayan hecho las cosas tan mal, que no tenían un reaseguro de PR y asuntos públicos para el caso de que las elecciones salieran mal?
“No estaban preparados para perder. Jamás imaginaron que un simple fallo de una jueza (Servini de Cubría) iba a permitir a Cambiemos trasladar fiscales al conurbano para controlar una elección que estaban seguros de poder manipular, como lo hicieron siempre”, explica una fuente que trabajó durante años defendiendo la imagen de Cristóbal, cuando parecía más fácil defenderlo.
Como corolario, ni siquiera la consultora de la ex dircom de YPF Doris Capurro y amiga personal de Cristina Kirchner, la más próspera durante el kirchnerismo, estaría trabajando para ninguno de sus colegas K. Evidentemente, la caída de los empresarios K no está consolando al mercado de la comunicación corporativa mientras espera que llegue el “segundo semestre”.
Deja un comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.