Y sin embargo acá estamos.
Esta tendencia sigue también en el mundo moderno, no ya en tono religioso sino incluso en el mundo tecnológico. En el siglo XIX se esperaba que las máquinas dejaran sin trabajo a los humanos, pero la economía se modificó a una basada en servicios. Sobre Internet se han anunciado muchas catástrofes, entre ellas la desaparición de los diarios y la posibilidad de que un gran Hermano controle nuestras vida y, entre otras cosas, decida que leemos y que no.
Unos años atrás ese Gran Hermano era Google. Ahora el candidato número uno es Facebook.
Tuve la suerte de haber sido responsable de las comunicaciones corporativas de ambas empresas en América latina. Obviamente que ambas compañías, como todas, son pasibles de muchas críticas, pero no precisamente de pretender, por acción u omisión, con intención o sin ella, determinar que lee o deja de leer el mundo.
En una recientecolumnaen Bulldog Reporter, Brett Serjeantson, CEO deMediaMisersostiene que el hecho de que cada vez más gente obtenga sus noticias en Facebook (pero no aporta datos concretos) y los frecuentes cambios en su algoritmo que buscan entregarle al usuario noticias en las que está interesado y en las que puede llegar a estarlo, podrían amenazar la integridad del periodismo, porque haría sus propias plataformas menos relevantes y lo que es peor esos usuarios no verían noticias que no están de acuerdo con sus formas de pensar.
Serjeantson parece no haber notado que desde que existen los medios masivos, la gente elige que leer, ver o escuchar. El lector de Clarín no suele estar expuesto a lo que dice Pagina 12. Y Viceversa. El medio y el lector están siempre en una relación dialéctica donde ambos interactúan. Quien ha estado en un medio sabe que un periodista no escribe lo que se le ocurre sino lo que cree, piensa o sabe que su audiencia (no TODAS), está interesada en leer, ver o escuchar.
Hay varios elementos que deben ser tenidos en cuenta y son varios los actores que entran en juego.
Primero, hay que dejar aclarado que estamos frente a una industria, la periodística, que en general no ha sabido adaptarse al mundo digital. Existen diarios, que todavía hacen referencias en sus ediciones online a “ver página 18”, en una inexplicable desconocimiento de la existencia delos hyperlinks pero reflejando su adhesión a un modelo, el del papel impreso que muy posiblemente este en vías de extinción.
Considero, por otra parte, que la discusión online-papel es una discusión innecesaria. El mundo, las audiencias, prefieren en números crecientes leer, entretenerse, comprar, conocer gente, estudiar y hasta trabajar por medios online. Por consiguiente quienes generan contenido deben tener eso en cuenta. Netflix no insiste en enviarme a casa un DVD como hace 10 años, sino que tiene su librería de películas online, porque los consumidores lo prefieren.
En este sentido Facebook, y en otra medida Google, tienen la posibilidad de conocer qué leen sus usuarios, que les gusta o que no. Que comparten, como se vinculan con los contenidos y que rechazan. Esa enorme masa de datos, que se acumula segundo a segundo es crucial para entender los gustos y preferencias de la gente.
En Internet la clave es tener tráfico. Pero el tráfico hay que monetizarlo. Los medios, con excepciones, no han encontrado la forma de monetizar sus contenidos y ante la visible pérdida de circulación en papel, su reacción es echarle la culpa a los “gigantes” de Internet, sin entender que son ellos quienes deben re inventar sus modelos de negocio y que esas mismas empresas pueden ser aliadas y no enemigas. Sin contenido, no hay que buscar, Google pierde. Sin contenido Facebook no vende un aviso, porque no hay tráfico. No es tan difícil de entender.
Para un medio, entonces, usar esas plataformas para canalizar tráfico a sus sitios es no solo inevitable sino imprescindible.
Facebook y Google, no generan contenido. Son vehículos, canales, pero al final del día los lectores se identifican con un medio, un periodista, un columnista y lo van a buscar y lo van a leer y escuchar por los medios que crean posible. SI Google o Facebook deciden tener un diario o un canal de televisión ahí sí habría que preocuparse. Pero conozco el modelo de negocio de ambos y no creo que eso este, al menos por ahora y en el futuro inmediato, en los planes de ninguno de los dos.
Los medios en particular, y los diarios en general, deberían entender que no es Facebook quien amenaza su negocio son ellos mismos con la degradación de la calidad de sus contenidos quienes espantan a las audiencias.
Creo que la gente está dispuesta a pagar -con dinero o con su tiempo-, por contenidos de buena calidad. Pero los contenidos no los hacen las computadoras sino los periodistas. Si realmente se quiere entender la crisis en los medios, vayamos a la redacción y averigüemos cuánto gana y que experiencia tienen los periodistas que manejan la edición online.
Por ahí empezaremos a darnos cuenta en donde comienza el problema.
* Consultor y ex director de comunicación de Facebook y Google
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