A mediados de septiembre, la minera de origen canadiense debió admitir que se había producido una fuga de cianuro en su mina Veladero, en la provincia de San Juan. Inicialmente informó que se trataría de un cuarto de millón de litros de agua contaminada con cianuro, pero luego admitió que fue un millón de litros. El evento provocó protestas en la provincia, y la noticia dio la vuelta al mundo.

A favor de la Barrick fue un informe elaborado por enviados de Naciones Unidas que viajaron hasta Veladero para estudiar la contaminación, y llegaron a la conclusión, esta semana, de que no se habría producido polución y que el cianuro vertido se habría diluido completamente. El dato más importante: no se registraron heridos ni víctimas fatales. Sin embargo, la cobertura del episodio fue muy amplia: la base de medios gráficos de Reporte Informativo registra un total de 689 menciones de Barrick y cianuro desde que estalló el caso, 15 días atrás, sin contar la cobertura internacional que tuvo el caso. Sin embargo, dos tercios de esa cobertura se concentra en la tercera semana de septiembre, y ya la “espuma mediática” había bajado en la segunda semana a la mitad de la primera.

“Estamos conformes con nuestra comunicación de crisis”, evaluó Giménez Zapiola. “La repercusión que tuvimos era la esperable para este tipo de evento”, agrega y explica que su o objetivo de comunicación fue “llevar tranquilidad a la opinión pública de que no pasaba nada grave para la salud de la población y que en ningún momento estuvo en riesgo la salud de la comunidad ni de los trabajadores”, explica el dircom de la minera, a pesar de que muchos medios aseguraban que la empresa había minimizado el daño inicialmente. Finalmente un informe de delegados de Naciones Unidas confirmó que el cianuro se había degradado sin generar riesgos para la salud.

Barrick desplazó a 15 ejecutivos relacionados con la operación de la mina. El vocero que más habló con los medios fue Miguel Martín, de San Juan. El equipo liderado por Giménez Zapiola suma en total a 15 profesionales, a los que se suma el equipo de Llorente

Barrick cuenta en Argentina con el apoyo de la consultora de PR de origen español Llorente & Cuenca.

“Esto vuelve a poner a la minería en el tapete”, admite Giménez Zapiola y dice que espera que “nosotros como empresa y la industria podamos capitalizar este episodio”. Para el directivo de PR proveniente de la eléctrica Central Costanera, la industria debe aprender a partir de este percance que tiene que afianzar “lazos de confianza” con la opinión pública. “Estábamos encaminados, pero falta mucho por hacer”, admite.

La extracción de oro a cielo abierto tiene no solamente enemigos en el ambientalismo, sino que en la política argentina tiene detractores que la consideran dañina para el medio ambiente.

Según Giménez Zapiola, la industria había comenzado cuatro años atrás con una incipiente campaña para mejorar la imagen del sector, aunque admite que este percance obligará a repensar la estrategia. Ahora recaería sobre la cámara minera CAEM, en la que Barrick es la empresa que mayor influencia tiene, la tarea de replantear una campaña para mejorar la imagen del sector, afectada a raíz del derrame de cianuro de Barrick en San Juan. “Somos conscientes de que necesitamos una acción colegiada”, destaca Giménez Zapiola.

Sin embargo otros expertos calificaron los esfuerzos para mejorar el vínculo de la opinión pública con la minería como tardíos e insuficientes. ¿La crisis del cianuro de Barrick servirá para que el sector repiense su estrategia de comunicación?