Lobbying de la Salud a razón de 1,4 millones diarios sobre el Capitolio en Washington

La industria del lobbying de Washington se lanzó a la batalla más difícil y costosa de todos los tiempos en la historia de los Estados Unidos: combatir las ambiciosas reformas del presidente Obama. Para defenderse de la enorme popularidad del presidente negro, los sectores de Salud, Finanzas y las industrias militar y petrolera están apelando a estrategias mucho más sofisticadas que en el pasado.

El mayor desafío que les presenta Barack Obama será franquear la muralla defensiva que les impone con una notable predisposición al diálogo y una actitud tan transparente, abierta y simpática que les impide a los lobbyistas disparar los cañones destructivos que solían usar contra administraciones demócratas e incluso republicanas. La nueva estrategia de los lobbyistas apunta a colaborar, aceptar y no confrontar y así lograr obtener aunque más no sea algunas concesiones en las reglamentaciones.

Tan solo la industria de la salud, juntando todas las empresas, contrató una armada de 350 ex funcionarios y legisladores retirados para convencer a sus ex jefes y colegas de que reorienten la ambiciosa reforma del sistema norteamericano de salud, que apunta a cubrir con un sistema universal a más de 35 millones de norteamericanos que habían quedado excluidos de la protección médica.

Según el diario The Washington Post, la tres cuarta parte de las consultoras de lobbying con cuentas vinculadas al sector salud ya contrató a algún ex funcionario o legislador del Congreso para convencer a sus pares actuales de moderar algunas aristas de la reforma. La transparente información que deben entregar las agencias de lobbying indica que la industria de la salud está gastando a un nivel récord de 1,4 millones de dólares diarios en fees de lobbying y campañas de comunicación.

Campeones del presupuesto de lobbying se consagraron la PhRMA, la cámara que representa a las empresas farmacéuticas, y el laboratorio Pfizer, con unos 7 millones cada uno en gasto de lobbying solo en el primer trimestre del año.

En la semana que pasó, el Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado estadounidense aprobó el nuevo régimen de salud impulsado por Obama. La intención del presidente es que el Congreso apruebe el nuevo sistema antes del receso de agosto, y ponerlo en ejecución a fin de año. Cubre a dos tercios de los casi 50 millones de no asegurados (35 millones); el resto son inmigrantes ilegales (13 millones). La reforma implica un costo de 1 trillón de dólares en 10 años. La recuperación de la economía estadounidense, que se despliega en el segundo semestre del año, acarrea un extraordinario fortalecimiento político de Obama, traducido en la ejecución de su visión estratégica de largo plazo: extensión del sistema de salud; nueva matriz energética; acceso garantizado a la educación universitaria.

Ante este desafío, las empresas de salud han gastado 126 millones de dólares en lobbying en el primer trimestre, convirtiéndose en el mayor negocio de lobbying en Washington en la historia. Como dato del arsenal: la infantería de la PhRMA suma 136 lobbyistas en Washington, y más de un tercio de ellos son ex funcionarios.

La estrategia del amor

Tanto los lobbyistas del sector salud, como los del financiero o energético entendieron que la única forma de obtener resultados con un presidente extremadamente popular y abierto al diálogo es la de mostrarse cooperativos y partidarios de las reformas, aunque sea a grandes rasgos. Esta táctica evita que el gobierno los exponga.

Una prueba de la estrategia de “amor y paz” es el hecho de que, aun siendo récord las inversiones en lobbying hoy en Washington, las cifras que se aplican son mucho menores de las propuestas originalmente previstas en campañas más agresivas, con campañas de publicidad negativas, muy típicas del arsenal lobbyistico norteamericano.

El diario The New York Times sostiene que tanto lobbyistas farmacéuticos como del sector financiero adoptaron un tono conciliador ante la insuperable popularidad de Obama y el reclamo generalizado de reformas. Incluso los grupos conservadores, anti Estado, han expresado en público solidaridad con los proyectos de Obama.

Si bien es histórico el nivel de gasto en lobbying de todas las industrias a las que apuntan las reformas de Obama, también es cierto que esos gastos iban a ser más altos aún. El grupo ultraconservador de lobbying Americans for Prosperity anunció una campaña publicitaria de 1,2 millones de dólares, pero no logró juntar los fondos. La pro-petrolera American Energy Alliance apenas pudo recolectar magros 200 mil dólares para comerciales de radio en 10 distritos para una campaña contra las aprobadas limitaciones a la emisión de gases de efecto invernadero.

Por el contrario, críticos del lobbying farmacéutico, como Wendell Potter, de la ONG anti-RR.PP empresaria. Center for Media and Democracy, que es un ex RR.PP. del sector que se volvió contra sus antiguos patrones y se la pasa denunciando prácticas supuestamente antiéticas de la comunicación institucional de la industria farmacéutica. El sostiene que debajo de la piel de oveja de los lobbyistas en la era Obama se esconde un lobo que apunta a torcer el rumbo de las reformas en sus reglamentaciones detalladas. “Declaman ante los medios que cooperan con las reformas, pero en secreto aplican las mismas tácticas de lobbying que la industria tabacalera”, dice.