La primera dama elige cuidadosamente sus entrevistas

 

La primera dama de los Estados Unidos, Michelle Obama, sabe muy bien lo que quiere y, también, qué es lo que le conviene. Por ello, cuenta con un equipo de estrategas que la ayuda a construir una imagen funcional con la administración de su marido.

Desde obstinaciones cuasi frívolas como aparecer en las portadas de las revistas con atuendos elegidos por ella -naturalmente, descartando las sugerencias de los propios editores de las publicaciones-, hasta cuestiones de fondo como exponer su imagen a cierto tipo de entrevistas o la cuidadosa preparación de sus discursos, Michelle no deja nada librado al azar en los asuntos concernientes a su imagen pública.

Ella concedió codiciadas entrevistas a revistas para mujeres y a noticieros que le permitieron destacar su lado más casero, con el foco en su rol de madre y sus esfuerzos para acomodar a su familia en la Casa Blanca, su interés en la jardinería y la vida sana, y su gestión para abrir la Casa Blanca a los ciudadanos norteamericanos.

De acuerdo con el diario The New York Times, los ayudantes de Michelle Obama se reúnen regularmente con el equipo de comunicaciones presidencial y seleccionan los acontecimientos públicos que maximizarán su mensaje. Ella sigue el guión al pie de la letra, dando discursos animados y breves que rara vez se apartan de lo previamente pautado y evitan cualquier controversia; habla de su apoyo al voluntarismo y las familias militantes, pero rara vez habla de raza, de su interés en influir en política o de su lugar en la historia como la primera primera dama afroamericana.

Enfocándose en sus actividades domésticas y mostrando fascinación por su familia, la primera dama y su equipo de comunicaciones se convirtieron en los arquitectos de una de las transformaciones políticas más notables en años. Sólo 10 meses atrás, Michelle era descripta por algunos conservadores como una iracunda mujer negra y como una carga para su marido. Ahora, es extensamente admirada para su calidez y su actitud vibrante y accesible, y su raza dejó de ser un tema central para muchos norteamericanos. Ella tiene mejor imagen que cualquier primera dama desde 1980, y es aún más popular que el Presidente.

Los funcionarios de la administración Obama sostienen que este cambio se produjo por sí solo, ya que más personas han tenido la oportunidad de ver y oír a la primera dama por ellos mismos en lugar de a través de la lente de sus críticos.

Pero David Axelrod, uno de los principales consejeros del Presidente, no niega que los esfuerzos del equipo de la Michelle -encabezado por la directora de Comunicaciones, Camille Johnston, y la secretaria de Prensa, Katie McCormick Lelyveld- también hayan influido en las percepciones.

“Aquellas entrevistas son valiosas”, dijo Axelrod sobre las conversaciones de Michelle con celebridades y revistas para mujeres, “porque tienden a hacer foco en ella como persona y es importante que la gente la conozca”.

Abogada egresada de Harvard y ex vicepresidente de un hospital, ella es también una profesional que se preocupa profundamente por la política y a veces promueve legislación en sus eventos. Sus ayudantes más cercanos, por ejemplo, a menudo se sumergen en discusiones sobre política en el Ala de Oeste de la Casa Blanca que no son publicadas por la administración Obama.

Michelle ha declinado extensas entrevistas con varios periódicos, prefiriendo, en cambio, tocar temas elegidos por ella – por ejemplo, concedió una entrevista exclusiva al New York Times sobre el jardín de verduras de la Casa Blanca.

Algunos analistas políticos creen que Michelle espera que su creciente popularidad eventualmente le permita desarrollar su capacidad para participar más abiertamente en política.

Sin embargo, por ahora, Michelle aparenta estar absolutamente cómoda con su imagen pública.