Carlos Fara: “No gastar capital político”

Por Eduardo Zukernik.-

Una conjunto de datos negativos sobre la imagen de gestión del Gobierno donde el crecimiento de la pobreza, de acuerdo con la aseveración de la Iglesia” adquiere niveles de escándalo”, a lo cual se suma la crisis irresuelta con el campo, con augurios poco optimistas sobre su futuro, junto con altos índices de inseguridad y desempleo aparecen como la contracara de un espejo donde el matrimonio gobernante, a menos de dos meses de su derrota electoral en las legislativas, se exhibe ejerciendo el poder como si el resultado de los comicios del 28de junio fuera apenas un hecho anecdótico.

Como muestra vienen a cuento los guarismos que arrojó una encuesta elaborada por un equipo que conduce Raúl Aragón de la Universidad Interamericana (UAI) que revelaron una brusca caída en la imagen de gestión del Gobierno, en poco más de un año y medio, tal como ocurrió con el ex presidente Fernando de la Rúa, claro que en contextos económicos y políticos extremadamente distintos.

A la pregunta ¿Cómo juzga la gestión de gobierno de la presidente Cristina Kirchner respondieron, desagregando en primer lugar en todo el país y a continuación Capital Federal y Gran Buenos Aires: Muy Bien:2,8%; 1,9%, y 3,5%, respectivamente. Bien: 12,3%; 9,7%, y 14,5%.Regular: 44,2%; 46,8%, y 42%. Mal: 18,9%; 20,8%, y 17,3%. Muy Mal: 17,7%; 16,2%, y 18,9%. Ns/Nc 4,1%; 4,5%, y 3,8%.

Sin embargo, desde el llamado al diálogo que a esta altura casi toda la oposición califica como una escenificación para retomar la agenda política, el matrimonio gobernante parece estar cumpliendo a rajatabla aquel anticipo de Néstor Kirchner cuando en la madrugada del 29 de junio, luego de admitir a regañadientes el triunfo de De Narváez en la provincia de Buenos Aires, anticipó que se iba a profundizar el modelo.

La cuestión de la concurrencia o no al diálogo por parte de las fuera opositoras, además de generar un violento temporal entre los integrantes de la Coalición Cívica, de acuerdo al estudio de la UAI también dejó mal parada a Lilita Carrió, a pesar de que la dirigente opositora acertó con su pronóstico cuando sospechó de la repentina hospitalidad del oficialismo derrotado en las urnas y dijo que no iría porque era “una farsa”.

Al respecto, en dicho relevamiento de opiniones se obtuvo que un 50 por ciento de los entrevistados respondió no estar al tanto de lo que dijo Carrió, acerca de la convocatoria oficial al diálogo y, dentro de la otra mitad, superó el 40 por ciento de respuestas el apoyo a la líder de la CC. Al responder a la pregunta ¿Cree que la convocatoria al diálogo que hizo la Presidenta es una apertura a un diálogo serio y sincero de su parte? Un 43,2% dijo que No; 16,4% respondió Sí; otro 11,7% contestó “relativamente” mientras que el resto, alcanzando el 28,7%, quedó agrupado en “no sabe/ no contesta.

Sin embargo el apoyo a la posición de Carrió no deja de evidenciar una cierta incoherencia entre las apreciaciones de los entrevistados ya que solo el 25,1% dijo que “Carrió tiene razón”, mientras que 67,3% se inclinó por responder “Siempre se debe aceptar la invitación al diálogo”.

En este mar de confusiones entre imagen del Gobierno y gestión, surgido del escenario poselectoral, revista Imagen consultó a dos expertos en marketing político; Carlos Fara de Carlos Fara y Asociados, con una vasta experiencia en consultoría y encuestas de opinión dentro y fuera del país y Rodrigo Lugones, socio de la consultora Durán Barba y Asociados, responsables de la última campaña electoral de Unión-PRO y asesores permanentes del marketing de gestión de Mauricio Macri.

Acerca de la imagen de gestión del Gobierno que, en la encuesta de Aragón sólo alcanza 15% de calificaciones positivas, Lugones prefiere trazar una diferenciación entre los números y la interpretación del interesado. “Un estudio de opinión pública es como un hemograma: los números son objetivos, pero cada médico tendrá una lectura personal de ellos, basada en estudios, años de práctica y experiencia, generando diagnósticos diversos. Es probable que en el Ejecutivo lean la caída de imagen de la Presidenta y su gestión y, su diagnostico sea distinto al que hace el resto de la sociedad; llevándolos a profundizar su forma de gestión, y cómo tratar a los distintos actores sociales”.

Fara por su parte planteó que “Un cosa es el poder político efectivo, institucional, y otra es lo que piensa la gente del gobierno. Lo segundo influye sobre lo primero, sin duda, porque cuando el barco se hunde, hay más tendencia a saltar”.

La realidad hasta hoy señala que hubo errores de pronóstico y hasta un exagerado optimismo en sectores de la oposición, aventurando un cambio significativo en el discurso y en la acción de gobierno. Sin embargo, el escenario poslectoral está lejos del que imaginaron. Lugones lo sintetiza en la distancia que hay cuando el Ejecutivo tiene por delante casi 30 meses de gestión. “Si seguimos los estudios de opinión publica, el Gobierno no mejoró su relación con la gente. La ciudadanía sigue teniendo una mala percepción de ellos y su gestión. Han ganado tiempo, pero no faltan dos minutos para que termine el partido. Falta todo el segundo tiempo…”.

Para Carlos Fara la clave surge del panorama que ofrecen las opciones alternativas, que “no está claro, ni lo estará por mucho tiempo”. Por eso afirma, que el Gobierno juega sus propias cartas y “le resulta más sencillo seguir disciplinando a su tropa. Creo -destaca- que pocos están convencidos del proyecto, pero tratarán de seguir sacándole jugo mientras los K manejen la lapicera”.

El realineamiento político en torno al kirchnerismo parece garantizado, a pesar de los sofocones que amenazaron su estrategia de supervivencia tras la derrota electoral, como fue la fuerte resistencia social al tarifazo energético y su vuelta atrás sin más trámite. Según todos los indicios, el éxito del gobierno reagrupando fidelidades que parecían irrecuperables para prorrogar una vez más los cuestionados superpoderes, nuevamente surgió del poder de la caja. Por eso Fara señala que la clave sigue siendo “quién tiene la firma “para distribuir los fondos y generar así numerosas sorpresas que no estaban en los cálculos de muchos analistas después del 28 de junio”.

Lugones cree que “Como están evolucionando los eventos en Argentina, hablar a un mes ya es casi largo plazo y, a un año, es de ciencia ficción. Si hablamos de lo que uno desearía, es que la pareja gobernante cambie el análisis que hace del resultado electoral, en el que el 70% eligió no acompañarlos, que abra su circulo de discusión y escuche, para poder evitar uno de los mayores facilitadores de las grandes crisis: el pensamiento de grupo”.

Fara, por su parte vislumbra que el éxito legislativo de los Kirchner, uno de cuyos mayores afectados nuevamente será el Campo, ésta vez tendrían plazo fijo. “La oposición podría voltearlos a partir de marzo, con la nueva composición de las cámaras y cuando se inician las sesiones ordinarias. Es cierto que por estos días darán una victoria del Gobierno, pero no cambia la esencia de la cuestión: el cansancio popular.

Otro encuesta significativa que realizó la UAI fue el 10 de julio pasado, donde alcanzó a 1038 personas en todo el país, para consultarlos sobre quien sería el próximo presidente. Procesados los datos subieron al podio con un 19,9% cada uno Cobos y Macri. Lejos de ellos, con 7,2% se mencionó a Reutemann, y más atrás aún, fueron mencionados Kirchner con 3,8% de las respuestas y su esposa con 2,7%, detrás de De Narváez que alcanzó el 3,3% de los pronósticos. Cabe señalar que sumaron 37,2% las respuestas que se abstuvieron con el consabido no sabe, no contesta.

A la hora de analizar el horizonte inmediato Carlos Fara analiza que “en materia política el escenario le dará la razón a los que dicen que hay que esperar a diciembre para hacer las movidas importantes, y no gastar capital político ahora, cuando el gobierno sigue teniendo mayoría, solo para mostrar que se está activo. Me parece que la oposición pensará dos veces antes de plantear otros debates que tenía en agenda para el corto plazo”.

El desafío de los próximos meses en la transición hacia el nuevo Parlamento permitirá comprobar si como dicen desde las filas oficiales a pesar de la caída en la imagen del Gobierno: “el poder sigue intacto” o, como auguran en la oposición, “la falta de fondos, sobre todo en las provincias, obligará al kirchnerismo a barajar y dar de nuevo”.