Juan Iramain, de Hill & Knowlton, en La Hora de Maquiavelo: “Si los empresarios pensaran en el largo plazo, habrían comunicado antes distinto frente al Gobierno”

Por Eduardo Zukernik.-

Luego de seis años de inconmovible acompañamiento al Gobierno soportando estoicamente los embates de su principal ariete, el secretario de Comercio Guillermo Moreno, la Unión Industrial Argentina cerró el año 2009 con un encuentro en Pilar donde pareció haber dado el puntapié inicial de una nueva matriz comunicacional.

Los discursos de tono crítico que no se habían escuchado antes, más la presencia de dirigentes de la Mesa de Enlace y de todo el arco opositor, lo cual hizo más visible la ausencia de representantes oficiales, terminaron por configurar un escenario político más cerca del nuevo Congreso que acaba de dar su primer dolor de cabeza al kirchnerismo.

¿Habrá un nuevo mensaje del sector, de cara a los dos años que restan al actual Gobierno? ¿Sumarán fuerzas con la Mesa de Enlace los industriales? ¿Tratarán de elaborar un nuevo discurso para llegar a una sociedad mayormente disconforme con la marcha de la economía? Estos interrogantes fueron trasladados por revista Imagen a comunicadores y especialistas en Asuntos Públicos quienes coincidieron en que se olfatea un cambio político y el empresariado busca aggiornarse con un ojo puesto en asegurar sus negocios y el otro en el horizonte del 2011.

El aparente fin de “la espiral del silencio” a la que se refiere la alemana Elisabeth Noelle-Neumann, produjo un fuerte contraste en el discurso de la central empresaria donde sus actual titular, Héctor Méndez, pasando por alto ciertos datos que lo desmentían, aseguró que la entidad fabril “nunca fue oficialista” y cuestionó al Gobierno por las “confrontaciones inexplicables” a las que atribuyó “el fuerte deterioro de importantes sectores productivos”.

Lo observaban entre los invitados Eduardo Duhalde, Roberto Lavagna y los dirigentes del campo, que por primera vez se unieron a la central empresaria para dejar atrás los años idílicos donde el antecesor de Méndez, Juan Carlos Lascurain, llegó a dar validez a los datos del IPC elaborados por el llamado INDEK (como se llama irónicamente al instituto estadístico intervenido por el gobierno argentino para producir cifras falsas).

Otros oradores críticos fueron el vicepresidente de la UIA y ejecutivo de Techint, Luis Betnaza, quien pidió medidas de largo plazo y destacó que “en las políticas oficiales lo urgente le gana a lo importante”.

Pero el tono de mayor dureza correspondió a Alfonso Prat Gay, diputado electo por la Coalición Cívica y ex presidente del Banco Central quien resumió sus apreciaciones de la coyuntura afirmando “El tipo de cambio no es un problema en Argentina. Hoy, el problema es el patoterismo del Gobierno, la falta de respeto sobre la propiedad y el crecimiento de la pobreza”.

Tras conocerse el reclamo de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina) por la intervención del Gobierno en la empresa Papel Prensa; el recambio en el timón de la AEA, la entidad que agrupa a los dueños de empresas, donde asumió la presidencia su hasta ahora director ejecutivo y vocero, Jaime Campos; más las declaraciones críticas de Adolfo Ablático, presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), cuando disparó “el empresariado estuvo demasiado callado estos años; ha cometido el pecado de omisión, ahora nos une el espanto”… el escenario pareció dar su primera vuelta de tuerca a una nueva relación entre el sector y el Gobierno.

Acerca del diálogo interrumpido, el consultor Luis Cagliari, de la consultora Ogilvy PR, no dudó en afirmar que “es indudable que a lo largo de los dos gobiernos del matrimonio Kirchner, la relación con el sector empresario se ha ido deteriorando, hasta llegar al momento actual en que prácticamente no existe el diálogo, excepto por la relación individual de algún empresario”.

En la misma línea de análisis, Luis Rosales, integrante de la consultora internacional del norteamericano Dick Morris, coincidió en describir un momento bisagra en la relación empresas-Gobierno: “Sin dudas hay un cambio de rumbo de los grupos empresarios respecto del Gobierno que excede ampliamente el campo de la comunicación. El sector – enfatizó- ha decidido tomar una actitud mucho más beligerante contra los abusos K”.

El debate acerca del giro en la comunicación empresaria también se realizó en el programa La Hora de Maquiavelo, (www.lahorademaquiavelo.com) donde uno de los panelistas, Juan Iramain, general manager de Hill & Kowlton Argentina, comenzó por diferenciar a un empresario local de un colega de países con instituciones consolidadas. “Aquí lo que busca el empresariado es hacer viables sus negocios pero, siempre pensando en el corto plazo, porque está en el ADN de su condición de argentino”. El consultor explicó de ese modo los años de proximidad entre la dirigencia empresarial y las autoridades señalando que si no fuera así, “quizás podrían pensar en políticas para los próximos 15 años”.

Con respecto al clima de conflictividad social que ha generado un mes de noviembre pocas veces visto en el país, Cagliari consideró que “existe un reclamo de cordura, prudencia y respeto en las relaciones con nuestros gobernantes por parte de la Sociedad. La lucha por la distribución de los planes sociales y los reclamos salariales producto del aumento de la inflación de bolsillo, se han trasladado al espacio público, afectando el derecho a circular y la calidad de vida de los ciudadanos, en especial los de la Ciudad de Buenos Aires”.

Rosales, por su parte, puso el acento en que sin dudas hay un componente especulativo del sector empresarial, “relacionado con la sensación generalizada de fin de dinastía. Los mismos abusos que hace un tiempo hasta podían recibir el aplauso empresario,-describió- ahora no parecen ser tolerados. De todas formas -sintetizó el politólogo-“esta actitud no es patrimonio exclusivo del mundo empresario, prácticamente todos los sectores están abandonando el barco K”.

En cuanto al nuevo horizonte político a partir del 10 de diciembre y la redefinición de la comunicación entre el sector empresario y las autoridades, los especialistas coinciden en que lo menos razonable sería cortar los puentes del diálogo.

Iramain aconsejó que antes de confrontar, “los empresarios deben rodear al Gobierno buscando acuerdos de cara a la sociedad que hagan viable el desarrollo y la continuidad de la actividad fabril”.

Cagliari abogó también por encontrar canales de diálogo ya que “el sector empresario no está integrado por políticos, sino por profesionales que trabajan para generar riqueza dirigiendo sus empresas, preocupados por brindar a la sociedad productos y servicios de calidad. Con buena voluntad y por sobre todas las cosas en un marco de respeto,- subrayó- se pueden acercar posiciones”.

Rosales, un tanto escéptico acerca de la futura relación entre empresas y Gobierno, destacó que las reivindicaciones en el campo empresarial no son iguales para todos ya que “hay industrias que pretenden barreras muy altas de protección y otras, en cambio, reclaman apertura. No se da una situación parecida a la del sector agropecuario por eso pareciera que llego el momento de dividir aguas, aunque es cierto que en un país de economía altamente “cortesana” como el nuestro, al sector empresarial le cuesta mucho tener independencia real del poder político”.